Unas Navidades diferentes

Escrito por Alquimista

Todos los años se repite la misma letanía. Anuncios de turrón, de champán o cava, de chocolates caros, juguetes aún más caros que hacen que los niños que los ven queden atrapados en deseos que arruinan a su padres; Gente “feliz” (?) que te invita a comprar perfumes envueltos en cajas doradas; Modelos que te dicen cómo debes ser, vivir, aparentar y sentirte… En suma, la locura desatada.

Los comerciales ya lucen iluminados para atraerte con imágenes deliciosas y seductoras, música planificada para abrir tu apetito consumista, escaparates especialmente preparados para que tu vista se nuble y tu razón se desconecte.

Todo a tu alrededor, por cualquier medio (prensa, TV, internet y radio) parecerá bombardearte con un mismo y único mensaje: COMPRA, CONSUME, TIRA LO QUE TIENE Y ADQUIERE NUEVOS PRODUCTOS…

A ello se suma la obsolescencia programada. Productos, máquinas, herramientas y todo tipo de utensilios a los que se les acorta la vida útil para que tengas que recomprarlos o renovarlos por otros que, muy posiblemente, ni siquiera necesites. Pero, incluso si tienes la suerte de que tu ordenador, tu teléfono móvil, tu reloj, tu impresora, tu ropa o tus zapatos te aguantan y no necesitan ser renovados, el marketing y la publicidad se encargarán de que no quieras esperar. Tíralos o déjalos de usar… Compra otro, compra más, compra algo nuevo, lo necesites o no, lo puedas pagar o no…

Y así, culminamos un nuevo año tal y como se fue el anterior, con unas Navidades adulteradas que ya han perdido todo atisbo de su significado original.

Poco importan los mensajes de Paz, de Armonía, de Caridad y Ayuda al prójimo que estas festividades se suponen que conmemoran. Ahora todo se ha adulterado en hedonismo barato y mal entendido. Ni el mismo Epicuro entendería lo que hacemos hoy en día con el “Compra más”, “Consume más”… Desprecia la lógica y la razón.

Mientras esas luces en la calle y esos anuncios en televisión te dictan lo que debes hacer para arruinarte en unos días comprando cosas innecesarias, hay otra Navidad en cada esquina, en cada barrio y en cada edificio. Es la Navidad de las familias que necesitan lo más básico: Alimentos, ropa, juguetes, material escolar… Lo más sencillo y humilde del mundo.

Son personas que, quizá, te sorprendería conocer, porque las sueles ver por las calles a diario y no están viviendo en la indigencia. Nadie diría que necesitan lo más elemental, porque visten como tú, las conoces de toda la vida… Pero la pobreza no se vé, y en eso radica su poder.

Antiguamente estábamos acostumbrados a reconocer a un indigente o un necesitado porque lo veíamos cubierto de cartones y durmiendo en la protección de un portal o un cajero automático. Hoy en día, aunque esa mezquina realidad no ha cambiado para muchos, la pobreza y la carestía ha golpeado a otros muchos segmentos de la sociedad: Padres de familia que, incluso con trabajo, no pueden pagar la hipoteca y alimentar a sus hijos al mismo tiempo; Desempleados que han perdido su puesto de trabajo y con ello su sustento; Madres solteras o divorciadas que no pueden sacar a sus hijos adelante con un único sueldo mínimo; Niños de familias desestructuradas que viven por debajo del nivel de la pobreza… Todo eso configura LA OTRA NAVIDAD que es, si cabe, más real y cercana, que la que nos bombardean y presentan en maravillosos anuncios de televisión de caras campañas publicitarias.

Pero hay mucho que se puede hacer. No debemos caer en el desánimo. Es tiempo de caridad, de ayuda, de donación, de implicación. La Navidad puede ser lo que nunca debió dejar de ser: Un tiempo de hermandad entre personas que no se conocen de nada pero que se dicen: Aquí estoy para echarte una mano en la medida de mis humildes posibilidades.

Puedes marcar la diferencia en la vida de una persona. Fíjate que regalo de Navidad podrías hacerle a alguien si donas algo de comida a Bancos de Alimentos o a Cáritas o a Cruz Roja… O a tantas ONGs y organizaciones que están ayudando a familias enteras cada mes.

Puedes satisfacer las necesidades de algo de material escolar para un niño que no tiene ni cuadernos para ir al colegio de manera digna. Puedes donar ropa zapatos… Hay posibilidades infinitas y organizaciones vecinales, asociaciones e instituciones de voluntariado por todas partes. En tu ciudad muy cerca de ti y solucionando problemas reales de gente real.

Ese sería el mejor regalo navideño posible. Cambiar un poco, aunque sea un poquito, la vida de una persona estos días. Personas como tú, pero con mucha peor suerte que la tuya. Personas que, ahora mismo, no pueden permitirse el lujo que tú estás disfrutando, sentado delante de tu ordenador, disfrutando de un día tranquilo en el que lees este post.

Practica una Navidad diferente.

Elimina el virus del consumismo de tu mente. (Eso será bueno para ti y los tuyos)

Piensa en alguien a quien puedas ayudar y HAZLO. (Eso también será bueno para ti y para quienes decidas ayudar)

Regálate una vida menos vacía, menos materialista, menos dictada por publicistas, y más llena de amor, comprensión y ayuda a quienes menos tienes. (Ese sí que sería el mejor regalo que te hicieras por Navidad).

Porque, otra Navidad es posible, y empieza en ti.

Saludos.

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