Un mundo en decadencia

Comienzo a escribir lleno de desánimo; es muy complicado comprender cómo es posible vivir en esta decadencia.

En 1968 mis ojos asustaron a mi cerebro al ver aquel hueso transformarse en una deslumbrante nave espacial a la vez que sonaba el Danubio azul. Me agarré con fuerza a la butaca de ese teatro Fleta, tristemente desaparecido en Zaragoza, para no perderme un instante de aquellas imágenes.

Si aquella tarde, en aquella inmensa pantalla hubiera salido un astronauta y hubiera predicho, con una máquina del tiempo, que el mundo iba a ser como es 53 años después, hubiera pensado que el guionista estaba chiflado.

Aquél guionista no tenía, era imposible, la imaginación necesaria para pintar nuestro mundo más de medio siglo después; ni aunque se hubiera puesto hasta las cejas de LSD.

Imagino que una persona de aquellos años, que hubiese estado en coma hasta hoy y saliera a pasear por este mundo del futuro, se le nublarían los ojos, pero no de emoción, sino de abatimiento.

La caída, el crepúsculo cultural y social que hoy nos rodea es complicado de entender para personas que vivimos otras épocas, para “los antiguos” como suelen denominarnos algunos.

Y no me refiero sólo a nuestro país, con unas peculiaridades que quizás lo hacen único. Lo digo a nivel mundial, me refiero a todo nuestro querido planeta, a nuestra casa. Si bien es cierto que agoreros profetas le auguraban un futuro incierto, por el tema nuclear, también lo es, que una vez superada, por ahora, esa posibilidad de autodestrucción, nadie de hace medio siglo hubiera adivinado una evolución negativa tan profunda.

Me referiré ahora a nuestra casa más cercana, esa que integra características físicas y culturales, con las naturales diferencias. Y no voy a entrar en profundidades históricas, no es este el foro adecuado para ello, aunque debemos de reconocer que 1898 no nos sentó nada bien, pero un año tan aciago no puede ni debe de borrar una historia tan excelsa, ni debería haber acarreado un siglo XX tan terrible para España, al menos en las primeras décadas.

Sólo pondré un ejemplo para ver cómo nos tratamos a nosotros mismos; para comprobar qué visión tienen de su propio país esos que dominan ya casi todos los medios de opinión, incluidos escuelas y universidades: La abominable película de hace unos pocos años “los últimos de Filipinas” no la hubieran hecho mejor los cineastas de un país confrontado al nuestro.

España está hoy por hoy huérfana de cultura, de buen gusto, de sosiego intelectual. Hay jóvenes, y no tan jóvenes, que son magníficos y que luchan contracorriente como poderosos salmones, peleando contra una catarata de falsedades, de impedimentos y de doctrinas fatuas y perversas. Grandes personas, en el más amplio sentido, que nos dan esperanza y algo de luz …

Pero en España, como en muchos lugares de la Tierra, predomina lo zafio, lo vulgar, lo cutre (palabra fea pero excelente por lo que significa). Ya está hasta mal visto desear un “buen provecho” a los comensales vecinos de un restaurante. Está mal visto vestir bien, incluso intentar llevar una conversación inteligente y en cierto modo culta, si lo haces, o lo intentas al menos, te miran y te juzgan como pedante.

La gente tiene miedo a decirle algo agradable a una persona pues puede significar acoso. Los estudios se circunscriben a materias “prácticas” para poder “encontrar trabajo”. La inmensa mayoría no lee un libro, no escribe, no valora lo especial de un hermoso poema, de un atardecer … Y hablo de inmensa mayoría, no de todos naturalmente.

Hoy en día, en el metro y el bus nadie mira a nadie; todos lo hacen, como esclavos serviles inclinando sus cabezas, a una pequeña pantalla que incomunica, destroza amistades, llena las almas de insalubre “cultura popular”, adoctrina y aborrega. Y a eso lo denominan progreso. Algo que correctamente usado sería espléndido para el desarrollo de la persona, al usarlo mal la aplasta y la transforma en lo peor del mundo; en “MASA”.

Hay millones de personas que pierden miserablemente cinco horas de sus vidas, todas las tardes, oyendo gritar e insultarse a unos ignorantes que no saben qué es una península, y que tarde tras tarde vertiendo bazofia, llenan sus cuentas corrientes amasando sandeces y trasladándolas, junto con su inmunda filosofía de la vida, a los pobre incultos que son capaces de escucharles.

Hoy en día se considera progreso el haber legalizado, promovido, y ensalzado incluso, el asesinato intrauterino de millones de niños.

Hoy se produce en toda Europa una eugenesia activa, impidiendo nacer a los niños que no cumplen unos parámetros de “normalidad”, siendo ahora muy dificil ver por las calles a esas criaturitas sonrientes con un cromosoma de más en el par 21.

Y los que sobreviven a ese verdadero genocidio y van al colegio, vuelven del mismo sin haber aprendido nada. Incluso ahora lo hacen confusos y desorientados respecto a su propio género, pues les dicen que eso de ser niños o niñas pertenece al pasado. Y a los adoctrinadores que los confunden les llenan de medallas y de prebendas.

No se enseña, y a ningún político le preocupa, humanidades en ninguna fase escolar. No se estudia pintura, ni música, ni literatura … Salen de las universidades sin saber nada, sin tener intención siquiera, ni necesidad por lo tanto, de ir a un museo o a una sala de conciertos para disfrutar del alma humana.

Los chicos y chicas visten como les dicen, y si hay que hacerse horrendos tatuajes se los hacen, y si hay que rasgar un pantalón para ir a la moda los hacen. Se asocian en tribus urbanas para no destacar, para no ser diferentes, o lo que es peor para, pensando que lo son; sumergirse en la masa de lo vulgar y de la falta absoluta de personalidad.

El sexo se banaliza, e incluso el amor romántico se desprecia; todo eso acarrea infelicidad y frustración en los jóvenes.

El mundo ya no se saluda, ya no trata de usted a las canas, ya no respeta.

Seguiría y seguiré, aunque sólo sea para mí mismo, llenando folio tras folio, con DECADENCIAS.

El mundo que nos rodea es gris, a pesar de esas excepciones valerosas, el mundo contiguo a nuestro ser se desarrolla a golpes de mal gusto, y eso es muy, pero que muy triste.

Lo malo es que intento ver el futuro, como hacía en aquella sala de cine viendo “2001” y no consigo ver ningún indicio positivo que augure una leve mejoría.

¡Ojalá me equivoque, como me pasó en 1968!

Nadie podía imaginar tanta basura; nadie …

Rafael Gazo Lahoz
Escrito en enero 2020

Visto en: Astillas de Realidad

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Un comentario en «Un mundo en decadencia»

  1. Hola Buscando la Verdad!!! Evidentemente hoy te levantaste con los anteojos de sol puestos y ves todo más oscuro de lo que realmente es. Mira, yo nací en el 41 asi que como podrás imaginar he realizado un largo camino, en ese camino he visto tantos cambios, ya sea en las modas, en las formas de pensar, en las ciencias, en la forma de tratar enfermedades, como con los telescopios se descubrió un universo que se desconocía, hoy con los drones poder ver lugares de este planeta que el hombre no puede acceder y tantas, tantas cosas que todavía falta ver. Si, es verdad lo que tu dices ver, pero hay otra franja de la sociedad que silenciosamente está trabajando para mejorar la vida de sus congéneres. Es verdad que los adelantos adquiridos son herramientas y algunos pocos poderosos no la utilizan para el bien de la humanidad sino para sus propios beneficios pero yo confío en la inteligencia del ser humano. Tú te denominas buscando la verdad, todos, estamos buscando nuestra verdad de acuerdo a cada necesidad y aunque hay una verdad de base cada uno le pone sus matices. Ten confianza en la humanidad ella se dirige hacia su destino unos mejores y otros peores pero todos como dice el poeta haciendo el camino al andar. Te deseo el mejor de los mundos, el más feliz para ti y todos tus seguidores desde mi Argentina que te aseguro es bien difícil de caminar pero lo hago desde la perspectiva que es lo mejor que nos puede pasar, la única manera de despertar o seguir despierto.

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