La bomba del Zar: la más poderosa del mundo

Por El Orden Mundial

La Unión Soviética hizo explotar la bomba del Zar sobre el archipiélago ruso de Nueva Zembla, cerca del Ártico, en octubre de 1961. En plena Guerra Fría, Moscú demostró que podía igualar a Estados Unidos en la carrera armamentística y nuclear.

La rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética en la Guerra Fría también se puso de manifiesto en la carrera armamentística. Ambas superpotencias aumentaron sus arsenales para decantar la balanza en caso de una guerra abierta, que no llegó a darse por el temor a la destrucción mutua asegurada que ocasionarían las armas nucleares.

Estados Unidos había marcado el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 al lanzar las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Con ello demostró su superioridad militar y tecnológica frente al resto de potencias. En vista de ese monopolio atómico, la URSS dio un gran impulso al desarrollar de su propia bomba atómica en 1949, pero daría el verdadero salto el 30 de octubre de 1961 con la detonación de una superbomba.

La bomba del Zar

Estados Unidos continuó con sus proyectos nucleares y tomó la delantera en 1952 con la detonación de la primera bomba de hidrógeno, mucho más potente que la atómica. La respuesta no tardaría en llegar. Tan solo tres años más tarde, la Unión Soviética realizó con éxito su primera prueba de la misma arma. Moscú, por entonces, ya comenzaba a planear la fabricación de una superbomba a partir de la fusión de hidrógeno.

Con ocho metros de largo y veintisiete toneladas, el diseño original de la llamada bomba del Zar contemplaba una explosión de cien megatones, es decir, cien millones de toneladas de TNT, pero su capacidad se redujo a la mitad para evitar el daño que hubiera provocado la lluvia radioactiva. Aun así, ha sido la mayor explosión nuclear de la historia, 1.500 veces más destructiva que las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas y tres veces más que Castle Bravo, la mayor explosión estadounidense, detonada en 1954.

El dirigente soviético Nikita Kruschev dio luz verde al ensayo con la bomba del Zar en 1961. El lanzamiento se programó para la mañana del 30 de octubre. El bombardero soviético encargado de transportar la bomba había sido modificado para la ocasión y se recubrió de una pintura blanca que reflectara la radiación. A la bomba, además, se le colocó un paracaídas para que al piloto le diera tiempo a alejarse del lugar.

La bomba del Zar finalmente detonó a 4.000 metros de altura, la característica nube con forma de hongo se llegó a ver a más de 150 kilómetros de distancia y se elevó hasta los 65.000 metros de altura.  Estados Unidos, que conocía la operación, acusó a la URSS de fabricar armas con fines propagandísticos.

Misiles contra el deshielo

La detonación de la bomba del Zar demostró que un arma así arrasaría una ciudad del tamaño de Nueva York y su periferia. Su potencial destructivo compensaba la poca precisión y su difícil empleo. Aun así, superbombas como la del Zar no resultaban prácticas en la guerra, por lo que fueron remplazadas por armas más pequeñas y eficaces, como los misiles balísticos intercontinentales que Estados Unidos ya estaba implementando. 

La Guerra Fría intercaló distintos periodos de crisis con momentos de distensión entre Estados Unidos y la URSS. Durante la etapa de Kruschev, la política exterior soviética abogó por una coexistencia pacífica y el deshielo de las relaciones, hasta que en 1962 estalló la crisis de los misiles de Cuba.

Como medida de defensa contra Estados Unidos, Moscú instaló misiles en la isla caribeña, Washington lo descubrió y la tensión llegó hasta el abismo de una guerra nuclear. Al final, la URSS retiró sus misiles a cambio de que Estados Unidos no interviniera en Cuba y de que retirara los suyos de Turquía.

Este enfrentamiento y la continuación de ensayos con armas nucleares alentaron los movimientos antinucleares y concienciaron a la opinión pública sobre su peligro.

En consecuencia, Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido firmaron en 1963 el Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares, que solo excluyó a aquellas realizadas bajo tierra, para empezar a limitar la proliferación de estos artefactos y la carrera armamentística.

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