La tormenta de polvo desértico procedente del norte de África ha llegado a generar, de forma inusual, una de las mayores concentraciones de polvo en suspensión de la península ibérica. La presencia de este material particulado en suspensión tiene efectos perjudiciales en la salud no solo a nivel respiratorio u ocular como tradicionalmente se sabía, sino también cardiovascular.
Los problemas de salud asociados a la exposición de la contaminación atmosférica se han descrito desde mediados del siglo XX, cuando se registró un incremento de la morbimortalidad. A partir de la década de los 1970 comenzaron las regulaciones de la calidad del aire ambiente. En la actualidad, extensa es la literatura que sustenta los problemas de salud secundarios a la exposición de la contaminación atmosférica. De hecho, un metaanálisis reciente de 110 estudios confirmaba un aumento de la mortalidad total.
La composición del aire la podemos clasificar en función del diámetro de las partículas que lo componen, denominado material particulado (PM). Este PM es inferior a 10 μm de diámetro (PM10) y lo clasificaremos como PM grueso con diámetro entre 2,5 y 10 μm (PM2,5-10), PM fino con diámetro inferior a 2,5 μm (PM2,5) y PM ultrafino con diámetro inferior a 0,1 μm (PUF).
La contaminación atmosférica se compone principalmente de PUF y PM2,5 conformado por múltiples contaminantes gaseosos (óxidos de nitrógeno, ozono, dióxido de azufre, entre otros) y particulados (hidrocarburos, hollín, metales, sulfato y nitrato, etc.) ligados, mayoritariamente, a emisiones de combustión (automóviles diésel y gasolina, generación eléctrica, industria, etc.). Los decretos gubernamentales recomiendan que la concentración del PM10 en aire ambiente sea inferior a 50 μg/m3 para reducir el impacto sanitario.
Si nos centramos en el polvo desértico o PM de origen no antropogénico suspendido en aire ambiente, conocido como calima, este se compone de PM2,5-10 originado en los principales desiertos del planeta. Dentro de todas las fuentes de producción de este mineral, destaca el denominado Cinturón de Polvo, una zona geográfica mundial que abarca el norte de África, Oriente Medio, Asia del sur y central.
El norte de África es la franja geográfica responsable de la mayor emisión de polvo no antropogénico en la atmósfera del planeta, seguido de Oriente Medio y la península arábiga. Este PM se compone principalmente de minerales de arcilla, carbonato magnésico, cuarzo y calcio. Este polvo mineral procedente del desierto sahariano suele seguir tres rutas: hacia el continente americano, el mar Mediterráneo y el sur del continente europeo, y Oriente Medio, incluso llegando a documentarse en países del este asiático como Japón.
Y ¿cómo se genera este PM en suspensión? Puede existir relación con territorios que contengan extensos depósitos aluviales, que son movilizados por ventiladores aluviales o wadis en zonas próximas a regiones montañosas o con depósitos pluviales recientes. De hecho, se sugiere que la producción de este PM10 parece tener mayor relación con los procesos químicos ambientales y fluviales que con los eólicos, donde las primeras acciones separan el material del suelo y la roca madre que luego, al depositarse en llanuras y secarse, pueden ser fácilmente movilizadas por el viento.
Esto es lo que sucede, por ejemplo, en la mayor región productora de polvo del planeta, localizada en el centro del norte de África cercano a la cadena montañosa Ahaggar. Esto se refrenda sabiendo que el polvo mineral en aire tiene cuatro veces mayor tamaño que disuelto en agua porque tiende a formar agregados cuando se encuentra en suspensión.
Más que un problema respiratorio
El polvo desértico o calima se ha relacionado tradicionalmente con problemas de la salud, habitualmente de origen respiratorio, debido a la fisiopatología tras la inhalación de este PM. Es frecuente encontrar exacerbaciones asmáticas durante episodios de tormentas de arena desérticas.
En Asia se han registrado aumento de los ingresos por neumonía durante periodos de estos fenómenos. Esto puede deberse al desplazamiento de microorganismos que viajan disueltos en la nube de polvo atmosférico y desencadenan patologías a nivel de orofaringe y vías respiratorias superiores, generando episodios de faringitis, traqueítis o rinitis alérgica, por ejemplo. Incluso, a nivel respiratorio, se ha descrito aumento de cánceres pulmonares en regiones del Cinturón de Polvo, concretamente en Mauritania y Mali, que podría estar relacionado con la exposición al polvo desértico.
Desde el punto de vista cutáneo, podemos encontrar efectos nocivos, sobre todo irritación de la piel tras exposición a metales pesados como el níquel, pudiendo generar una dermatitis por contacto. Otra puerta de entrada del polvo desértico al organismo es la ocular. El desarrollo de mayores episodios de conjuntivitis en poblaciones nómadas del oeste sahariano se ha relacionado con la exposición a este mineral en suspensión desplazado por los vientos Irifi.
Por otra parte, en la última década se han publicado estudios sobre efectos en la salud cardiovascular. La mayoría de estos trabajos se han realizado en zonas geográficas con una baja concentración de PM10 cuando son afectadas por tormentas de polvo desértico, dando resultados diversos.
El caso de Canarias y Península
No obstante, el archipiélago canario es una región geográfica privilegiada por la frecuencia e intensidad anual con la que llegan estas tormentas del norte de África. Un trabajo en estas islas, región con la mayor exposición al polvo desértico africano del continente europeo, determinó un incremento de los ingresos por insuficiencia cardiaca con exposiciones a PM10 >50 μg/m3.
Recientemente, un metaanálisis corroboró que la exposición al polvo desértico aumentó la mortalidad cardiovascular en un 2 % el mismo día de la exposición y en un 1 % el día posterior a la exposición. Probablemente, la escasa cantidad de trabajos en áreas con alta exposición al polvo desértico como el norte de África y Oriente Medio (concentraciones de PM10 durante las tormentas mineral en suspensión de hasta 1.000 μg/m3) genera pocos datos para poder establecer asociaciones con eventos clínicos como insuficiencia cardiaca y el infarto agudo de miocardio.
Un trabajo destacó que en Canarias las tormentas de polvo desértico tienen mayor concentración de PM10 a cotas bajas, donde reside habitualmente la población, en la estación de invierno. Esto se ha producido de forma consecutiva desde el año 2020. Asimismo, en la península ibérica en el invierno de 2021, una tormenta de polvo desértico alcanzó los Pirineos y pudimos vislumbrar en imágenes como la nieve se teñía de color marrón.
El episodio actual ha generado concentraciones de PM10 de 700 μg/m3 en ciudades como Guadalajara, Madrid o Toledo, y hasta de 1.000 μg/m3 en Alicante y Murcia. Esto nos debe llevar a plantear medidas alarma y de protección, sobre todo en población de riesgo sanitario, ante estos eventos atmosféricos no inocuos procedentes de los desiertos del planeta.
En la actualidad, no podemos confirmar que el cambio climático genere más episodios de calima o con mayor concentración de PM10. No obstante, la crisis climática está aumentando la extensión de las zonas desérticas del norte de África, y esto incrementa la superficie para generar polvo mineral en suspensión.
Por Néstor Báez Ferrer es especialista en Cardiología. Doctor en Medicina de la Universidad de La Laguna.
Deja una respuesta