Los pájaros vienen utilizando los filtros de tabaco desde hace un tiempo y hay varios estudios al respecto. Este nuevo hábito, puede acarrear algunos problemas en las aves.
Ya es sabido que el consumo de tabaco provoca la muerte. La nicotina que contiene es altamente adictiva y unos 70 compuestos químicos que lo componen están asociados al cáncer.
Si bien estos datos corresponden a la inhalación del tabaco, igualmente 30 sustancias siguen siendo cancerígenas en otras formas de consumo como masticación o vaporización.
Estos compuestos químicos resultan tóxicos para los fumadores y muchas otras muchas especies que son sensibles a estas sustancias.
Se ha detectado actividad antimicrobiana en los extractos de tabaco, que inhiben el crecimiento de bacterias y hongos patógenos. Es por ello que se emplea tabaco macerado como insecticida y acaricida en los cultivos.
Todo estos datos son claves para las aves.
Nidos con nicotina
Al botánico y químico renacentista Paracelso se le atribuye la conclusión de que “todo es veneno y nada es veneno, solo la dosis hace el veneno“. Hoy sabemos que la dosis mínima a partir de la cual una sustancia pasa a ser tóxica depende de la especie que la reciba y del peso del individuo. De modo que no afecta igual una misma cantidad de nicotina en una bocanada de humo respirada por un bebé de 7 kilos que por un adulto de 70. En el bebé, tendrá una toxicidad mucho más alta.
Y en los animales sucede lo mismo. Un insecto de pocos miligramos de peso, o un ácaro que está en el orden de los microgramos, tiene una dosis tóxica mucho más baja de la que puede tener un gorrión de 30 o 40 gramos.
Esa es la ventaja principal que obtienen los pájaros de las colillas del tabaco. Una vez el cigarrillo ha sido consumido, la celulosa de que se compone el filtro queda impregnada de nicotina. Algunas aves desmenuzan el filtro y entrelazan las hebras que lo componen con el tejido de ramitas de su nido. No conocemos cuál es el motivo por el que hacen esto —la celulosa es un excelente aislante térmico, y podrían hacerlo buscando esa función—, pero sí conocemos sus efectos.
Es un hecho que la presencia de restos de filtro de cigarrillo reduce significativamente la cantidad de parásitos en el nido, particularmente insectos y ácaros. Lo más probable es que se deba al efecto insecticida de la nicotina. En los artrópodos, este alcaloide afecta al desarrollo del cerebro y actúa como un disruptor de los neurotransmisores, reduciendo la capacidad de controlar músculos y corazón, lo que suele tener un desenlace letal.
No todo son ventajas para el nido
Esta aparente ventaja no necesariamente lo es. Por un lado, el empleo de colillas por los pájaros como materia prima para sus nidos puede tener consecuencias negativas para su salud y, especialmente, la de sus pollos. Ellos mantienen contacto prolongado con todo lo que hay en el nido, y a través de la piel pueden absorber estos productos.
Además, frecuentemente depositan en el nido comida que consumirán más tarde. Si hay restos de filtros de cigarrillos, la nicotina y otros compuestos peligrosos pueden pasar a la comida y entrar en la cadena trófica. Solo la dosis hace el veneno, decía Paracelso. Pero los pájaros no suelen leer a Paracelso.
El aparente beneficio que pueda proporcionarles la ausencia de parásitos no llega a compensar los riesgos inherentes a dormir en una cama venenosa.
Pero hay otro problema subyacente en este comportamiento. Y es que si muchos pájaros tienen la oportunidad de engalanar sus nidos con restos de filtros, es porque los tienen a su alcance.
La colilla como contaminante
No es sorprendente que estos comportamientos se hayan observado sobre todo en poblaciones urbanas. Las colillas son uno de los elementos de basura más comunes del mundo. Se estima que cada año se producen aproximadamente 5,5 billones de cigarrillos en el mundo y las colillas desechadas alcanzaron en 2020 unas 1,2 millones de toneladas, valor que podría llegar a aumentar hasta un 50 % en 2025.
Dado que frecuentemente son arrojadas al suelo, es normal que terminen arrastradas por el viento o por el agua, y acaben en entornos naturales.
Los filtros suelen estar hechos de materiales no biodegradables, que tardan años en descomponerse de forma natural. Además, los contaminantes que quedan en la colilla después de fumar el cigarrillo tienen capacidad antimicrobiana, por lo que inhiben el desarrollo de muchos organismos responsables de la descomposición. Son tóxicas para las plantas, las algas, los peces, los anfibios… Por supuesto, su toxicidad es mayor cuanto más reciente es la colilla, sin embargo, se han encontrado pruebas de toxicidad en microalgas hasta cinco años después de desechada la colilla.
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