Traducido por el equipo de Sott.net

El mundo está a punto de enfrentarse a una aguda crisis alimentaria debido a la subida vertiginosa de los precios de los alimentos, declaró el sábado la ministra alemana de Cooperación Económica y Desarrollo, Svenja Schulze, al periódico Bild, advirtiendo de la inminencia de una hambruna no vista desde la Segunda Guerra Mundial. La ministra ha señalado como causas la pandemia de Covid-19 y la actual operación militar de Rusia en Ucrania.

«La situación es muy dramática», declaró la ministra al tabloide alemán en una entrevista a última hora del sábado, añadiendo que, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, «más de 300 millones de personas» sufren ya hambre severa y la ONU tiene que «revisar constantemente» estos datos al alza.

Los precios de los alimentos en todo el mundo han crecido un tercio y han alcanzado «niveles récord», ha advertido Schulze, quien ha añadido que el «amargo mensaje es que nos enfrentamos a la peor hambruna desde la Segunda Guerra Mundial», en la que podrían morir «millones» de personas.

En su declaración del 6 de mayo, el Programa Mundial de Alimentos ha advertido que «44 millones de personas en todo el mundo marchan hacia la inanición» porque el grano ucraniano no puede llegar a ellos, y ha pedido que se abran los puertos del Mar Negro para que este grano llegue a los necesitados.

La ministra Schulze se apresuró a culpar a Moscú de la situación, acusando al presidente ruso Vladímir Putin de «librar una guerra a través del hambre». Afirmó que Rusia había «robado el grano de Ucrania» y que ahora se está aprovechando de las naciones que dependen de los productos agrícolas rusos y ucranianos al ofrecer supuestamente alimentos sólo a aquellos que son «inequívocamente prorrusos».

La ministra también ha afirmado que el hecho de que 40 naciones que «albergan a la mitad de la población mundial» no condenaran las acciones de Rusia en Ucrania era supuestamente resultado de su «vulnerabilidad al chantaje alimentario». Sin embargo, no ha ofrecido ninguna prueba concreta que respalde esta afirmación.

Al mismo tiempo, admitió que la apuesta de algunas naciones por la energía verde ha contribuido también a la escasez de alimentos. En particular, Alemania debería dejar de utilizar alimentos como combustible, ha sugerido. Hasta el 4% del llamado biocombustible en Alemania se hace a partir de alimentos y piensos, dijo, y añadió que «hay que reducirlo a cero, y no sólo en Alemania sino potencialmente a nivel internacional».

Alemania «vierte en los depósitos de los coches 2.700 millones de litros de combustible [fabricado] a partir de aceites vegetales», señaló, y añadió que sólo esto equivale a «casi la mitad de la producción de aceite de girasol de Ucrania».

El conflicto en curso en Ucrania ha hecho temer una escasez mundial de cereales, ya que los precios del trigo se dispararon en marzo a máximos de varios años. Tanto Rusia como Ucrania son importantes proveedores de trigo, pues representan alrededor del 30% de las exportaciones mundiales.

Sin embargo, a mediados de abril, el ministro alemán de Agricultura, Cem Ozdemir, insistió en que suministrar a Kiev armamento «más eficaz» era precisamente lo que habría ayudado al mundo a evitar la supuesta «hambruna global» que se avecina. Ozdemir, miembro del partido Alianza 90/Los Verdes, fuertemente favorable a EEUU y a la OTAN, también acusó entonces a Moscú de llevar a cabo una «estrategia de hambruna».

Su posición parece ser bastante diferente de la de al menos dos grupos de figuras públicas alemanas, políticos y celebridades, que han pedido al canciller Olaf Scholz que detenga los suministros de armas a Ucrania y se centre en cambio en una rápida solución diplomática.

La continuación de las entregas de armas no haría más que prolongar el sufrimiento de los ucranianos, así como arriesgar consecuencias potencialmente devastadoras, que van desde una posible guerra mundial hasta un impacto «catastrófico» en la salud global y el cambio climático, han advertido los coautores de dos cartas abiertas. Berlín no ha reaccionado hasta ahora a ninguna de ellas.

Rusia atacó a su Estado vecino a finales de febrero, tras el incumplimiento por Ucrania de los términos de los acuerdos de Minsk, firmados por primera vez en 2014, y el eventual reconocimiento por parte de Moscú de las repúblicas del Donbás de Donetsk y Lugansk. Los protocolos, con la mediación de Alemania y Francia, estaban diseñados para otorgar a las regiones escindidas un estatus especial dentro del Estado ucraniano.

Desde entonces, el Kremlin ha exigido que Ucrania se declare oficialmente un país neutral que nunca se unirá al bloque militar de la OTAN liderado por EEUU. Kiev insiste en que la ofensiva rusa no fue provocada en absoluto y ha negado las afirmaciones de que planeaba retomar las dos repúblicas por la fuerza.

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