Por RT
Una simulación desarrollada por investigadores chinos hace ver que la nube de escombros radiactivos podría causar fallas severas en las naves espaciales que se muevan en su entorno, e incluso conducir a su destrucción.
Investigadores del Instituto de Tecnología Nuclear del Noroeste, en China, desarrollaron un modelo computacional que puede evaluar el rendimiento de armas nucleares antisatélite con un detalle y una precisión sin precedentes.
La simulación sugiere que una ojiva nuclear de tan solo 10 megatones (equivalente a la energía liberada en la explosión de 10 millones de toneladas de TNT) podría crear una seria amenaza para los satélites si estalla a una altitud de 80 km sobre la atmósfera terrestre, informó este jueves South China Morning Post.
Según el experimento informático, el primero que ha estudiado el eventual uso de armas nucleares contra satélites en la atmósfera de la Tierra, una explosión nuclear moderada a esa relativamente baja altitud puede convertir las moléculas de aire en partículas radiactivas y producir una nube, con una masa total mucho mayor que la bomba misma, que podría elevarse en cinco minutos a una altitud de casi 500 km.
La nube creada podría extenderse a una velocidad de hasta 2,3 km/s sobre un área tan grande como todo el estado de Nueva York, en EE.UU., y resultaría una enorme trampa para los satélites que fuesen objetivo del ataque.
«La fuerte radiación residual de la nube de escombros podría causar fallas en las naves espaciales que se muevan en ella, como los satélites, o incluso daños directos que conduzcan a su destrucción», dijeron los investigadores, dirigidos por el físico nuclear Liu Li, en un artículo publicado el pasado sábado en He Jishu/Nuclear Techniques.
Las simulaciones anteriores a esta, basadas en detonaciones a alturas muy superiores, indicaron a menudo que las armas nucleares serían ineficaces y demasiado peligrosas para una misión antisatélite. En primer lugar, porque debido a la falta de aire no se produciría una gran cantidad de nubes, con lo cual su potencia destructiva sería limitada, inferior a la del actual modelo.
Además, las partículas de alta energía generadas serían capturadas en su mayoría por el campo magnético de la Tierra y se dispersarían por todo el planeta como un ‘cinturón de radiación’, lo que amenazaría sin distinción a naves espaciales que no fueran parte del objetivo inicial de la misión, afectando su especificidad como arma. Sin embargo, según el nuevo modelo computacional, tras una explosión la mayoría de las moléculas ionizadas del aire caerían a la Tierra, evitando el efecto de ‘cinturón de radiación’ y reduciendo significativamente el riesgo para otros satélites o naves espaciales.
Starlink en la mira
Investigadores militares chinos consideraron recientemente el caso de la red de comunicación Starlink, de SpaceX, como una amenaza potencial para la seguridad de su país. Temen que esos satélites puedan proporcionar servicios de comunicación a potencias rivales o estrellarse ‘suicidamente’ contra estaciones espaciales o satélites chinos para inutilizar su infraestructura espacial durante una guerra.
El uso de misiles convencionales tendría un alcance limitado para destruir los satélites de bajo costo operados por Starlink. Aunque para tal fin se ha sugerido atacar algunos objetivos que generen escombros, que a su vez golpearían a otros satélites y crearían más residuos (como en una reacción en cadena), la idea colide con el problema de mantener esos escombros alejados de los ‘satélites amigos’.
Usos potenciales
South China Morning Post entrevistó a un científico espacial chino, quien afirmó que la simulación no significa que China se proponga usar eso como arma. «El derecho internacional ha prohibido las pruebas o el uso de armas nucleares, tanto en el espacio como en la atmósfera», dijo el investigador, que pidió no ser identificado debido a la sensibilidad del tema. Bajo esa condición, explicó que los resultados se aplican no solo a los satélites, sino también a las armas hipersónicas, muchas de las cuales están diseñadas para volar a altitudes cercanas al espacio exterior, por lo que podrían entrar en el rango-objetivo de esas armas nucleares.
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