¿Los algoritmos piensan por nosotros o contra nosotros?

La visibilidad de los contenidos en internet está determinada por un conjunto de normas matemáticas llamadas algoritmos. Sin embargo, su eficacia puede ser peligrosa, ya que podrían reducir nuestra capacidad de elección. Es importante tener en cuenta este aspecto al navegar por la web.

Antes, solíamos asociar la palabra “algoritmo” con complicadas operaciones matemáticas que nos confundían. Sin embargo, en la actualidad, se han convertido en el núcleo de las redes sociales y los motores de búsqueda. Los algoritmos son fundamentales en el mundo empresarial en la era de Internet, ya que su desarrollo y gestión determinan qué contenidos se hacen visibles y cuáles no.

La definición de algoritmo no deja margen para la confusión: se trata de un conjunto de reglas programadas que determinan el nivel de visibilidad que una publicación puede alcanzar en una red social. Los algoritmos también tienen la capacidad de decidir a qué usuarios se les muestra dicho contenido y en qué momento preciso.

En el pasado, obtener más “me gusta” y interacciones solía implicar un mayor alcance en las redes sociales. Es decir, mientras más personas interactuaran con una publicación, más alcance generaría. Sin embargo, hoy en día el proceso se ha vuelto más complejo y la relación entre interacción y alcance ya no es tan sencilla como antes.

Imitándonos

De acuerdo al portal especializado en redes sociales y tecnología TreceBits, los algoritmos y las inteligencias artificiales tienen como objetivo replicar los procesos de toma de decisiones del cerebro humano.

Esto significa que buscan imitar la forma en que pensamos y decidimos para brindar soluciones más inteligentes y eficientes. En efecto, el algoritmo se encarga de llevar a cabo todo el proceso de búsqueda, simulando los pasos que seguiría una persona. Una vez completada la tarea, muestra los resultados obtenidos.

Podemos decir que se trata de una serie de acciones realizadas dentro de un ordenador de manera muy rápida y eficiente. Cuando hagas una pregunta a través de un buscador como Google, se basará en la respuesta que le des para tomar decisiones y ofrecerte resultados relevantes. Por ejemplo, si buscas “tiendas de ropa en Cáceres”, Google realizará una serie de decisiones automáticas antes de proporcionarte la información solicitada.

El buscador utiliza diversos parámetros para determinar qué opción mostrar, basándose en la información que tiene sobre el usuario. Esto incluye datos como la edad, los gustos, la ubicación geográfica y el historial de búsqueda. ¿Útil y rápido? Desde luego. ¿Perverso para nuestra toma de decisiones? Parece que también. 

Usando nuestros datos contra nosotros mismos

El control a través de los dispositivos móviles, algo que antes parecía sacado de una película de ciencia ficción, se ha convertido en parte de nuestra vida diaria.Hace unos años, la compañía de transporte con conductor Uber se encontró en medio de una gran controversia cuando se descubrió que su algoritmo ajustaba el precio del viaje según el nivel de batería del usuario. Si tu teléfono móvil tiene poca energía, es posible que veas aumentado el costo de tus desplazamientos.

De acuerdo con la declaración de privacidad de la empresa, se recopilan diferentes tipos de datos de los dispositivos utilizados por los usuarios. Estos datos incluyen el modelo del dispositivo, el sistema operativo utilizado, información sobre la red móvil y detalles sobre el estado de la batería.

La recopilación de esta información tiene como objetivo proporcionar un servicio óptimo y personalizado a los usuarios y usuarias. No, esto no ocurre solo con una empresa en particular. En realidad, cada vez que aceptamos los términos y condiciones en una página web o aplicación sin leerlos detenidamente, estamos permitiendo que se recopilen datos personales y se utilicen con fines comerciales. Esto sucede de manera generalizada en toda la web.

La importancia del acceso libre a la información y al conocimiento como un derecho humano no puede ser negada. Sin embargo, es preocupante que las decisiones estén siendo tomadas por operaciones matemáticas con fines lucrativos en lugar de por nosotros mismos.

Algoritmos para no pensar

Las grandes empresas y multinacionales cibernéticas se benefician al establecer patrones de consumo a través de algoritmos y políticas de datos. Sin embargo, esto nos lleva a reflexionar si estamos sacrificando nuestra capacidad de elección en el proceso. Cuando una operación está definida, la red nos mostrará sólo algunas opciones preestablecidas. Sin embargo, al seguir este camino limitado, podríamos pasar por alto otras opciones que podrían ser más atractivas y ni siquiera tendremos la oportunidad de conocerlas.

La existencia del derecho humano al libre acceso a la información y al conocimiento se ve amenazada cuando decisiones que afectan a estas libertades son tomadas por operaciones matemáticas con fines lucrativos, en vez de ser decididas por las personas directamente.

Internet es una fuente inagotable de información que puede resultar abrumadora. En ocasiones, nos vemos desbordados por la cantidad y no disponemos del tiempo necesario para tomar decisiones de manera racional. Como resultado, optamos por respuestas más impulsivas y emocionales.

Los videos, memes, banners y gifs son herramientas muy útiles para las organizaciones. Gracias a ellos, se puede influir de manera más efectiva en las emociones de las personas y guiar sus decisiones, tanto en el consumo como en el ámbito político.

Estos elementos visuales permiten transmitir mensajes de forma creativa y persuasiva, logrando así impactar al público objetivo de una manera más directa. La figura del influencer se ha vuelto relevante debido a una razón en particular: no se basa en argumentos respaldados por pruebas y evidencias, ya que el entorno virtual no permite tiempos extensos para ello. En su lugar, se basa en una narrativa centrada en una figura destacada y en la conexión emocional con la audiencia.

Con información de ethic.es

Visto en: EcoPortal.net

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