Varios residentes de la ciudad dijeron a los medios que empezaron a recibir mensajes en Facebook y otras plataformas de personas que les preguntaban si estaban dispuestos a desprenderse de sus tierras.

Aunque los incidentes acapararon grandes titulares en las últimas semanas e incluso provocaron una moratoria temporal en la venta de propiedades, muchos miembros de la comunidad indígena hawaiana Kanaka Maoli temen que, con el fin de los incendios en Maui y pronto con ello la cobertura mediática, los promotores vuelvan a la caza y captura de las víctimas de estos incendios para hacerse con sus tierras.

“Estos capitalistas buitre, estos promotores buitre, se están aprovechando de nuestra gente y de nuestra conexión con la tierra en un momento en el que ninguno de nosotros ha tenido tiempo de hacer el duelo como es debido”, afirmó Kahala Johnson, estudiante de doctorado en la Universidad de Hawái en Manoa y activista indígena con lazos ancestrales con Maui.

A pesar de toda la indignación suscitada por estas recientes apropiaciones de tierras, el despojo de tierras hawaianas ha formado parte de la historia de la isla desde la llegada de los colonos estadounidenses en el siglo XIX.

Y aunque la población indígena local ha estado luchando contra la pérdida de sus tierras, ha sido una batalla cuesta arriba y perdida durante gran parte de la historia de los Kanaka Maoli desde que cayeron bajo la esfera de los Estados Unidos.

“La lucha de hoy ha sido una lucha en la que los hawaianos nativos que conocen estos títulos [de sus tierras], y algunos tienen documentos originales, han estado luchando contra los promotores inmobiliarios, los turistas, el complejo militar industrial y otras intrusiones en sus tierras ancestrales”, declaró Johnson a Middle East Eye.

“Se trata de una cuestión muy complicada, con muchas capas, pero estos incendios añaden otro elemento. Los capitalistas, tanto locales como internacionales, están intentando desafiar una vez más estas reivindicaciones sobre la tierra”.

Johnson y otros activistas indígenas están trabajando a toda prisa no sólo para combatir a las empresas inmobiliarias que pretenden sacar provecho de la tragedia, sino también para informar a su propio pueblo sobre sus derechos legales a la tierra.

Aunque EEUU tiene ciertos derechos y normativas sobre la propiedad privada, la situación de Hawái es compleja desde que Washington se anexionó la nación isleña en 1898. Los indígenas llevan décadas luchando por el reconocimiento de sus propios derechos sobre la tierra, creados antes de la anexión.

Para Johnson, la mejor manera de avanzar es ayudar a los habitantes de Maui a comprender todo el alcance de sus derechos sobre la tierra.

“Espero exigir responsabilidades a estas personas, pero también espero que nuestra gente reciba la información que necesita para luchar contra este tipo de intrusiones”.

Cortar las conexiones indígenas con la tierra

Hawái era una nación soberana hasta la década de 1890, cuando un grupo de misioneros estadounidenses que regentaban plantaciones en el país derrocó a la soberana de la isla, la reina Liliuokalani.

En el periodo previo a ese momento, los dirigentes de Hawái se vieron obligados a lidiar con la cuestión de cómo proteger sus tierras. Antes de conocer el capitalismo a través de los colonos estadounidenses, los isleños no tenían un concepto de propiedad privada.

“No teníamos estructuras de propiedad, sino más bien un sistema de administración entre jefes y plebeyos”, explica Johnson.

Con el tiempo, debido a la invasión norteamericana, los dirigentes de la isla idearon el sistema Mahele, que combinaba conceptos tradicionales de propiedad privada y relación del pueblo con la tierra.

En 1848, el rey Kamehameha III introdujo el Gran Mahele, que dividía la tierra de Hawái y otorgaba a los nativos hawaianos el derecho a poseer tierras. El rey conservó un tercio de las tierras que se consideraron tierras de la corona, al tiempo que permitía a los hawaianos solicitar títulos de propiedad.

“Algunos de los líderes hawaianos vieron esta privatización de la tierra como un medio para defenderse de algunos acaparamientos”, explicó Isaki a MEE.

Los líderes indígenas también tomaron una decisión en la introducción del sistema Mahele, en el que la tierra transmitida en una familia se dividiría a partes iguales entre todos los hijos de la familia, dificultando a los forasteros la obtención de tierras en las islas.

“Nuestros líderes en el reino hawaiano no introdujeron un sistema patrilineal o matrilineal [de herencia]. En su lugar, los intereses en las tierras se dividirían entre la siguiente generación: los hijos y los nietos”, explicó Johnson.

Sin embargo, tras el derrocamiento de la reina Liliuokalani por los colonos estadounidenses, la población nativa de Hawái sufrió una pérdida multigeneracional en educación y cultura, y hoy en día muchos hawaianos no están familiarizados con las leyes de sucesión. Además, las tierras de la corona de Hawái pasaron a formar parte del dominio público y empezaron a venderse para recaudar dinero.

“He oído hablar de gente que fue reclutada por el ejército estadounidense a principios del siglo XX (agricultores hawaianos) para sacarlos de sus tierras”, cuenta Isaki.

“Hay una colonia de personas con la enfermedad de Hansen. Y también hay gente que dice que ninguno de ellos tenía la enfermedad de Hansen o la lepra y que se los llevaron para echarlos de la tierra. Hubo muchos traspasos de tierras turbios”.

Según Johnson, muchos promotores también pudieron adquirir franjas enteras de tierra comprando únicamente títulos de propiedad a miembros individuales de una familia.

“Mucha gente está desinformada al respecto. Los promotores ganan el interés de un miembro de la familia y luego reclaman el interés total en la tierra”.

Para luchar contra estas apropiaciones de tierras, los miembros de Kanaka Maoli han librado innumerables batallas legales en tribunales hawaianos y estadounidenses. Isaki ha trabajado en varios de estos casos, incluido uno que ayudó a ganar en 2017, ayudando a una familia nativa hawaiana a conservar los derechos sobre sus tierras.

Miles de millones inyectados en el sector inmobiliario de Maui

La comunidad de Lahaina, localidad situada en la costa de Maui, la segunda isla más grande de Hawái, al igual que otras de la isla, fue testigo el mes pasado de uno de los peores incendios de la historia del archipiélago.

La cifra oficial de muertos se eleva a 97, mientras que miles de personas han sido desplazadas. Más del 86% de las 2.200 estructuras destruidas en los incendios eran residenciales.

Además de ser estudiante de doctorado, Johnson forma parte del Maui Medic Healers Hui, una organización de base que trabaja sobre el terreno para apoyar las labores de socorro a las víctimas de los incendios.

El grupo, formado por miembros de la comunidad indígena de Maui, lleva trabajando desde el primer día de los incendios para proporcionar suministros de emergencia y cualquier otra cosa que necesiten las víctimas.

A los pocos días, empezó a correr la voz por la comunidad de que algunas personas estaban recibiendo llamadas preguntando por sus tierras.

“Mi reacción inicial debería haber sido de shock, pero como estudiante de ciencias políticas en política indígena, tenía una idea de incidentes similares que habían ocurrido en el pasado en diferentes poblaciones nativas”, dijo Johnson a MEE.

“Sabía que esta gente vendría a buitrear y a aprovecharse de mi gente y de otras familias locales de la zona”.

Maui es la segunda isla más grande de Hawái y alberga una costa famosa y pintoresca que atrae a turistas de todo el mundo. Por las mismas razones que los turistas acuden en masa a la isla, también lo han hecho multimillonarios, complejos turísticos y empresas agrícolas, todos ellos propietarios de tierras en la isla.

El turismo atrae cada año a millones de visitantes a Maui, y sólo en el primer semestre de este año ha aportado 11.000 millones de dólares.

Muchas personas prominentes poseen tierras en Maui, entre ellas Oprah Winfrey, el presidente de Amazon, Jeff Bezos, y el ejecutivo de Oracle Larry Ellison. Esto también ha provocado su propia reacción, especialmente después de que Oprah y Dwayne Johnson (dos multimillonarios estadounidenses) fueran reprendidos por pedir a la gente que donara dinero a un fondo de ayuda que crearon.

Sin embargo, algunos de los mayores compradores de terrenos son empresas de inversión y desarrollo. Según el informe más reciente de la página web del gobierno de Hawái, uno de los mayores terratenientes de Maui es una empresa inmobiliaria comercial: Alexander and Baldwin. La empresa posee alrededor de una séptima parte del total de los terrenos de la isla, según el informe de 2017.

“Hay miles y miles de millones de dólares que se inyectan en el sector inmobiliario a través de fondos de cobertura, fondos de pensiones, grandes inversiones internacionales, agencias, desarrollos financieros”, dijo a MEE Bianca Isaki, abogada y activista comunitaria en Maui.

“Con tanto dinero entrando, todo se vuelve muy caro. Y eso también está provocando la crisis inmobiliaria. Así que también es por eso que la gente podría querer hacerse con la tierra”.

Hawái y Palestina

El 9 de septiembre, el Maui Medic Healers Hui organizó una llamada Zoom en línea con activistas y académicos palestinos. La sesión fue en parte académica y educativa, y en parte un círculo de sanación destinado a unir en torno a un sentimiento común de dolor.

El público estadounidense en general no considera a Hawái como una cuestión de colonialismo de colonos, pero el espacio académico para debatir su historia de colonialismo está creciendo tanto en el estado como a escala internacional.

Los académicos hawaianos también han tratado de relacionarse más con los miembros de la comunidad palestina como medio de solidaridad y de conectar a través de una experiencia compartida.

“Los palestinos y los hawaianos tienen historias muy diferentes. Pero compartimos muchas cosas, como la violencia del colonialismo de los colonos”.

– Rana Barakat, Universidad de Birzeit.

“El tiempo que pasé con Kanaka Maoli en Hawái fue la primera vez que sentí realmente, fuera del mundo árabe, la solidaridad de otros con Palestina”, dijo Nour Joudah, profesora adjunta de la Universidad de California en Los Ángeles, durante el seminario web.

Además de utilizar el espacio como un círculo de sanación, el seminario web también sirvió para que los miembros de los dos grupos de personas compartieran sabiduría y consejos para las causas de los demás.

“Los palestinos y los hawaianos nativos tienen historias bastante diferentes. Pero compartimos muchas cosas, como la violencia del colonialismo de los colonos”, afirmó Rana Barakat, profesora adjunta de Historia en la Universidad de Birzeit, en la Cisjordania ocupada.

“Podemos impugnar el mismo aparato colonial, este enorme aparato histórico funciona de forma diferente en las distintas geografías, pero es un monstruo real y material que se alimenta del combustible de nuestra eliminación”.

Los incendios del mes pasado fueron en parte alimentados por las plantaciones de azúcar abandonadas y la expansión de los pastizales en Maui. Y fue una plantación azucarera, Pioneer Mill, la que ocupó un lugar central en muchos casos de tierras contra los que Kanaka Maoli ha estado luchando.

“El colonialismo de los colonos no sólo devastó las islas, sino que transformó la ecología, el tejido mismo de la vida, que se volvió tan vulnerable a la destrucción”, afirmó Ali Musleh, investigador del Centro de Estudios Palestinos de la Universidad de Columbia y profesor de la Universidad de Hawái en Manoa.

Uno de los proyectos centrales en los que se habían centrado los activistas y académicos de Maui era el Museo del Patrimonio de Lahaina, que albergaba muchos de los objetos y documentos históricos de la isla, incluidos los registros de títulos de propiedad.

Sin embargo, como muchos de los miles de edificios de Maui, el museo también ardió en llamas. Fue un golpe devastador para la comunidad nativa, que tanto había luchado contra el borrado de su historia y su cultura.

“Una de las cosas en las que estamos trabajando ahora es en intentar recuperar los archivos en la medida de lo posible, y sustituir las cosas que se perdieron por otras que puedan fabricarse o reproducirse hoy en día”, dijo Johnson.

“Por mucho que sea una pérdida enorme, también es una oportunidad para que volvamos a conectar con lo que somos como comunidad, como nación, como país y como pueblo”.