Por RT

Aunque la perturbación de la semana pasada fue la más potente en 21 años, «no estuvo ni cerca» de ser la más fuerte, dicen los expertos.

Expertos han advertido de que la Tierra podría enfrentarse a una nueva y más potente tormenta solar geomagnética que la que se vivió el fin de semana pasado y que desencadenó una serie de inusuales auroras boreales en varios puntos del planeta.

Aunque esa erupción de radiación y plasma, que se produce por eyecciones de masa coronal del Sol (CME), fue la más fuerte en 21 años, «no estuvo ni cerca» de ser la más fuerte, asegura Shawn Dahl, del Centro de Predicción del Clima Espacial de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU., citado por la revista Scientific American.

«Aunque esto fue histórico, no se acercó en absoluto al nivel de 1921 y 1859«, afirmó, refiriéndose a las dos tormentas magnéticas más poderosas registradas en la historia.

«Podríamos tener tormentas mucho más grandes»

Jonathan McDowell, astrofísico de Harvard, coincide en que esta tormenta no tuvo una magnitud tan elevada como la que se espera que la Tierra pueda enfrentar en las próximas décadas, o quizás mucho antes. En diálogo con el diario Daily Mail, aseguró que el máximo pico de actividad del Sol, conocido como ‘máximo solar’, dentro de su ciclo de 11 años, llegará finalmente en julio de 2025, y podría traer consigo una actividad solar más catastrófica.

«Fácilmente podríamos tener tormentas mucho más grandes durante el próximo año o dos», precisó McDowell, que trabaja directamente en el observatorio del telescopio de rayos X Chandra de la NASA.

La medición de la fuerza de cualquier tormenta geomagnética es difícil de predecir porque hay muchos factores en juego en la Tierra y en el espacio, pero se puede dar una cifra aproximada. Su intensidad se puede expresar en nanoteslas (nT), basándose en mediciones del campo magnético del planeta. De este modo, mientras la perturbación de la semana pasada fue de –412 nT, las más poderosas de la historia fueron de alrededor de –900 nT, aunque la primera de ellas, el evento Carrington de 1859, alcanzó potencialmente los –1.750 nT, detalla Scientific American.

Consecuencias

Las tormentas extremas pueden golpear el planeta y sobrecargar la atmósfera y el campo magnético de la Tierra, provocando problemas generalizados graves en la infraestructura tecnológica terrestre, principalmente en las redes eléctricas, hasta el «colapso total» con apagones. Un bombardeo de estos miles de millones de toneladas de plasma solar incluso podría expulsar a los satélites de su órbita e interrumpir el Internet y otros servicios de comunicaciones.

El reciente fenómeno geomagnético provocó daños menores, aunque se desconoce el impacto real en las redes, ya que muchas empresas suelen no revelar información sobre cómo les afectó una tormenta geomagnética para «no parecer vulnerables», afirma Daniel Welling, científico climático y espacial de la Universidad de Michigan.

Al parecer, la tormenta interrumpió los satélites de GPS y varios agricultores informaron sobre problemas con los equipos agrícolas guiados por este sistema. Asimismo, planteó peligros en el espacio y varias aerolíneas desviaron sus aviones para evitar los polos de la Tierra, donde habrían quedado expuestos a picos preocupantes de radiación cósmica. También se tomaron precauciones similares en redes eléctricas de todo el mundo para hacer frente a posibles efectos del fenómeno. Grandes grupos de satélites también se vieron afectados.

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