Fuente: https://www.lapoliticaonline.com/espana/entrevista-es/no-hay-materias-primas-suficientes-para-la-transicion-energetica/
Visto en: El Blog de Skiper
La Comisión Europea oficializó esta semana su plan para recortar en dos tercios el consumo de gas ruso de cara al invierno. El documento tiene dos grandes ejes. Del primero, el obligado ahorro energético, se habló mucho. Bruselas quiere que todos los Estados miembros reduzcan un 15% sus consumos de gas. España, que tiene muy poca dependencia energética de Rusia, ya adelantó que no aceptará esta «injusta» imposición.
El otro eje del plan europeo para sortear la «extorsión de Vladimir Putin» es acelerar el despliegue de las energías renovables. Este segundo punto no ha generado polémica ni discrepancias. Todos los países de la eurozona dan por hecho que, en el mediano plazo, las energías verdes permitirán enterrar definitivamente la dependencia que hoy tiene el continente a los combustibles fósiles.
Esta hoja de ruta, abocada al «aquí y ahora» (a surfear el invierno) no contempla ni hace mención a un cuello de botella que en el «mediano plazo», todo indica va a impedir pintar a la economía europea de verde: la escasez de casi todas las materias primas que se necesitan para consumar la anhelada transición energética.
Este invisibilizado cuello de botella, en cambio, sí aparece en las últimas investigaciones del Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos de España (CIRCE), que desde 1993 funciona en la Universidad de Zaragoza.
Este grupo de trabajo, liderado por la ingeniera Alicia Valero, sostiene, a base de evidencia científica, que la falta de materias primas (el litio, níquel y cobalto, entre tantos otros) ya no es una teoría o una posibilidad futura: es una realidad tangible que solo puede empeorar si no se cambian de raíz los hábitos de consumo.
El investigador Abel Ortego forma parte de este equipo desde 2015. En diálogo con LPO confirma una incomodidad que ni el mercado ni la política quieren ver: el planeta no cuenta con materiales suficientes para un despliegue masivo de las energías verdes.
La crisis coyuntural (cuellos de botellas de la energía fósil por la guerra) tendrá encima una crisis más grave y estructural: cuellos de botellas de materiales irremplazables para, por ejemplo, fabricar un panel solar o un coche eléctrico.
«El futuro que se nos está vendiendo con un escenario en 2050 con muchas energías renovables no es posible», advierte Ortego. Y aclara que por más «eficientes» que sean estas energías y por más mejoras que la industria haga en las «tasas de reciclajes», no habrá transición posible sin la reducción de los actuales niveles de consumo.
«Se está tardando mucho en poner sobre la mesa que todo pasa por reducir el consumo. No puede ser que demos por hecho que podemos cambiar de coche cada cinco o diez años. Las cosas tienen que durar más», sentencia.
¿Hay materias primas suficientes para la transición energética?
La respuesta es no. La preocupación es a partir de datos que hay sobre la mesa. Por ejemplo, los informes de la Comisión Europea sobre materiales críticos, que difunde sus listas desde 2010, incorporan cada vez más materiales. El futuro que se nos está vendiendo con un escenario en 2050 con muchas energías renovables no es posible. La energía eólica y fotovoltaica, así como el vehículo eléctrico, tienen sus límites con las tasas de reciclaje que hoy hay y los recursos que disponemos a nivel mundial.
¿Por qué nos siguen, entonces, «vendiendo» ese mundo de energías verdes?
Está claro que a la economía hay que descarbonizarla. Eso implica acudir a las nuevas tecnologías. Y eso es hablar de renovables y de vehículos eléctricos, por ejemplo. Se espera que ambas evolucionen. Me refiero a que ahora mismo estamos hablando en el caso de la fotovoltaica de una serie de materiales semiconductores que se necesitan en ciertas cantidades para su fabricación. La tasa de reciclaje es todavía ridícula en el caso de algunos materiales como las tierras raras (elementos químicos).
Se espera que las tecnologías sean más eficientes. Los paneles solares van a tener que ser más eficientes en el uso de los recursos, al igual que los vehículos eléctricos. Problemas como el reciclaje de las baterías se van a tener que solucionar sí o sí. Hay algunas baterías, por ejemplo, que ya emplean menos cobalto. Pero emplean más níquel, como contrapartida. En definitiva, se cifra en la tecnología la esperanza de resolver los problemas de los cuellos de botellas que van a sufrir muchos suministros de materiales.
El futuro que se nos está vendiendo con un escenario en 2050 con muchas energías renovables no es posible. La energía eólica y fotovoltaica, así como el vehículo eléctrico, tienen sus límites en los recursos que disponemos a nivel mundial de materiales como litio, niquel y cobalto.
¿Cuáles son las materias primas que van a faltar para la consolidación de las energías verdes?
En 2018 publicamos un artículo en una revista científica bastante prestigiosa en la que advertimos de cuellos de botella de ciertos materiales. Identificamos 13 elementos de muy alto o alto riesgo de suministro. El litio, el cobalto y el níquel para la fabricación de baterías. Y las tierras raras para las energías renovables, necesarias para la fabricación de imanes permanentes que se necesitan en la construcción de los generadores: neodimio, disprosio y praseodimio. Y luego en lo que corresponde a la fabricación de paneles solares hablamos de elementos semiconductores como el telurio, por ejemplo.
En España la «burbuja» de las renovables sigue creciendo. ¿Estamos metiendo estos límites debajo de la alfombra?
Es una buena pregunta. Una aclaración: no me gusta hablar de burbujas de las renovables. Hoy se están llevando a cabo muchos proyectos de energía renovable, sobre todo de energía solar, que no están ligado a una burbuja sino a la competitividad de la tecnología.
Algunos años atrás sí se podía hablar de burbuja porque eran renovables que se desarrollaban a base de una serie de ayudas, ahora casi todos los proyectos tiene costes competitivos de generación. Ahora bien, se sabe que esta escasez de materiales va a suceder, como ya ha sucedido en otros sectores (los microchips, por ejemplo), y se está tirando para adelante. El tema es que si no se hace nada, tarde o temprano, habrá problemas de suministros. Esto es así de claro.
¿Estamos ante un escenario de escasez de materias primas o ante un escenario de dificultad para extraerlas por los altos costes?
Cuando hicimos los estudios en 2018 para saber a dónde íbamos nos topamos con problemas físicos, de disponibilidad. Hoy se han hecho muchos estudios geológicos. Se sabe con más exactitud los recursos que existen. Y hay más estudios en marcha para encontrar nuevas minas y nuevas fuentes de suministros.
Pero, en todos los casos, nos topamos con una cosa: los estudios de proyección hablan de 2050 y eso es mañana. Podremos poner renovables, podremos hacerlas más eficientes y podremos aumentar la tasa de reciclaje. Pero lo que se necesita poner sobre la mesa es la reducción de consumo. No solo de energía. Necesitamos que las cosas duren más. Un panel solar dura 25 años. No es nada. Pero no solo eso: el consumo de todos los materiales tiene hoy tendencias exponenciales. Hay que empezar a racionar el consumo. De esto hay que empezar a hablar. La economía de usar y tirar es inviable.
¿La dependencia que tienen hoy las renovables a los combustibles fósiles es otro cuello de botella?
Si uno analiza los ciclos de vida advierte que todo parte de una mina. Y en una mina la energía que se emplea es totalmente fósil. Que quiero decir: si uno analiza cómo se extraen los minerales se da cuenta que esa industria es muy intensiva en el uso de combustibles fósiles. Los camiones y las máquinas que funcionan no son de hidrógeno, precisamente.
Y hay que decir que en el actual contexto tenemos una dependencia aún mayor. Cuando se hablaba de descarbonizar la economía por sus ventajas medioambientales aparece el tema de la independencia energética, de no depender de los países que tienen los recursos. En el caso de las materias primas para la transición energética nos estamos volviendo aún más dependiente. La gran mayoría de las tierras raras vienen desde China. El cobalto viene de África. Nos estamos volviendo más dependientes de lo que ya éramos en una economía basada en los combustibles fósiles.
¿Solo hay barreras físicas en la transición energética? En España hay pueblos que no quieren que se instalen cientos de paneles solares en sus campos. ¿Se habla poco de las barreras sociales y ambientales?
Estamos empezando a ver estas otras barreras. El boom de instalaciones de huertas solares que ocupan bastante terrenos está siendo rechazado por distintas plataformas y colectivos. Los pueblos dicen «vale, esto de las renovables está muy bien», pero estamos hipotecando muchas superficies. Se puede pensar que en materia de superficie estas huertas solares se podrían instalar en terrenos poco fértiles, pero aún así está habiendo mucho rechazo por cuestiones sociales y ambientales. Es otro aspecto a tener en cuenta.
Necesitamos que las cosas duren más. Un panel solar dura 25 años. No es nada. Pero no solo eso: el consumo de todos los materiales tiene hoy tendencias exponenciales. Hay que empezar a racionar el consumo. De esto hay que empezar a hablar. La economía de usar y tirar es inviable.
Tampoco se habla mucho del guerra geopolítica que va a desencadenar esta escasez de materiales.
La Unión Europea está intentando buscar estos recursos en suelo propio. En España, por ejemplo, hubo un proyecto en Cáceres, paralizado ahora mismo, para la extracción de litio, fundamental para la fabricación de baterías. Lo que sucede es que nadie quiere vivir con una mina al lado por los daños medioambientales. Nadie quiere tener una mina en su casa, en su pueblo o en su comunidad autónoma.
Pero nadie renuncia a tener un teléfono móvil o nadie quiere renunciar a tener un vehículo eléctrico. El planteo es: si queremos usar ciertas tecnologías vamos a tener que empezar a ver normal que se exploten los recursos donde nosotros vivimos, aquí mismo en Europa.
No es lógico que nos compremos un coche eléctrico y pensamos que estamos salvando el planeta, cuando no somos conscientes que la minería para fabricar esos productos se ha hecho en países en los cuales las políticas medioambientales son inexistentes. No sabemos, ni nos preocupamos, por los impactos medioambientales en Asia cuando se refina una mina de tierras raras. Nosotros en Europa ponemos paneles solares y le damos la espalda a esa minería muy poco sostenible.
La conclusión, por lo que dices, es que va a ser muy difícil pintar la economía de verde sin cambios profundos y disruptivos.
Cuando se habla de joyas se habla mucho del chapado en oro. De joyas que esconden su mala calidad con un baño de oro. Estamos haciendo algo parecido: dando un baño de verde a la economía con muchísimo por hacer para que este baño sea real. Y repito: se está tardando mucho en poner sobre la mesa que todo pasa por reducir el consumo. No puede ser que demos por hecho que podemos cambiar de coche cada cinco o diez años. Las cosas tienen que durar más. Hay que bajar el consumo.
Los mensajes van calando porque esto no es algo que uno dice «me lo creo o no me lo creo»: los datos objetivos confirman que no hay materias primas para llevar a cabo esta transición energética que queremos y necesitamos hacer.
Cuando se habla de joyas se habla mucho del chapado en oro. De joyas que esconden su mala calidad con un baño de oro. Estamos haciendo algo parecido: dando un baño de verde a la economía con muchísimo por hacer para que este baño sea real.
¿Sois fuente de consulta para el poder político? ¿Estas advertencias las conocen en Moncloa?
Afortunadamente son mensajes que están calando a nivel político. Claro que para la política hablar de 2030 o 2050 es muy lejano. Tenemos compañeros en el grupo de investigación que hace poco estuvieron reunidos con la ministra de Transición Ecológica y que estuvieron en el Parlamento Europeo. Los mensajes van calando porque esto no es algo que uno dice «me lo creo o no me lo creo»: los datos objetivos confirman que no hay materias primas para llevar a cabo esta transición energética que queremos y necesitamos hacer.
También imagino que se topan con mucho discurso negacionista.
Por supuesto que los hay. Y en el otro lado de la acera también están los «tecnoptimistas» que, en algún punto, también hay que hacerles caso porque las tecnologías son vitales. Pero este grupo tiene que ver, por ejemplo, que el aumento que estamos viendo en los precios de las materias primas tienen que ver con el aumento de los costes de producción que tienen que ver, en muchos casos, con las escasez de las mismas. Puedes mirar para otro lado, pero la evidencia está servida.
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