Por RT
«Ahora debemos considerar que las erupciones pueden ocurrir incluso si no se encuentra magma líquido debajo de un volcán», advierten los investigadores.
Un grupo internacional de científicos afirma haber descubierto que los supervolcanes representan un peligro incluso durante los períodos de latencia, es decir, miles de años en los que parecen estar dormidos y a la espera de la próxima erupción masiva.
Los detalles del estudio se publicaron este viernes en la revista Communications Earth & Environment.
Los investigadores, que analizaron el supervolcán inactivo Toba en la isla de Sumatra (Indonesia), encontraron evidencias de que el magma continúa acumulándose en sus profundidades, al apreciar un lento ascenso de la cúpula de lava solidificada en la caldera del volcán.
Desde hace tiempo, la comunidad científica ha coincidido en que las erupciones masivas de los supervolcanes (existen alrededor de 20 conocidos en la Tierra) son catastróficas y tienen el potencial de erradicar gran parte de la vida en el planeta.
Estas ocurren una vez cada decenas de miles de años, pero, hasta ahora, se creía que el período de calma entre ellas era completamente inofensivo, algo que los resultados de este reciente estudio parecen contradecir.
Los experimentos y simulaciones numéricas llevadas a cabo por los geólogos muestran que las erupciones de supervolcanes ocurren debido al ascenso de magma líquido a través de la corteza terrestre.
Cuando se eleva desde una profundidad de más de 10 kilómetros, se produce una fuerte expansión que, a su vez, produce la erupción masiva.
Mediante el análisis de la composición isotópica de argón y helio del magma congelado del supervolcán Toba, los investigadores determinaron la edad de las capas de rocas volcánicas.
De este modo, descubrieron que se produjeron erupciones masivas en intervalos de aproximadamente 17.000 años, pero entre ellos, el volcán mantuvo algo de actividad.
«Comprender lo que sucede durante estos períodos prolongados de inactividad determinará lo que buscamos en los supervolcanes activos jóvenes para ayudarnos a predecir futuras erupciones», señaló Martin Danisik, uno de los autores del estudio.
Además, los investigadores hallaron que durante 5.000 a 13.000 años después de cada gran erupción del Toba, el magma continuó fluyendo lentamente hacia la caldera del volcán, levantando gradualmente las capas de lava solidificada.
«Ahora debemos considerar que las erupciones pueden ocurrir incluso si no se encuentra magma líquido debajo de un volcán: el concepto de lo que es ‘erupcionable’ necesita ser reevaluado», subrayó Danisik, y concluyó que es fundamental aprender «cuándo y cómo se acumula el magma erupcionable y en qué estado se encuentra antes y después de tales erupciones para comprender los supervolcanes».
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