Por Kit Knightly / OffGuardian
Traducido por el equipo de Sott.net
A medida que los medios dominantes de comunicación van reduciendo la narrativa de la pandemia y empiezan a seguir la guerra, todavía hay tiempo para una última autopsia: la autopsia de los medios de comunicación de la propia pandemia.
Y, en una pieza hermosa de ironía poética, la autopsia de la Covid será inexacta y se ajustará a una conclusión previsible.
Esta semana, el grupo SAGE del Reino Unido ha suspendido sus habituales reuniones mensuales, al mismo tiempo han admitido que sus predicciones estaban «en desacuerdo con la realidad«.
Los medios de comunicación hablan de los «datos erróneos» que se utilizaron para elaborar los modelos del Imperial College que pedían un cierre de emergencia.
Un artículo del Telegraph cita al profesor Mark Woolhouse, que afirma en su reciente libro que «los cierres de emergencia tuvieron sorprendentemente poco efecto«, y que «cualquiera que apoyara el cierre de emergencia sobre la base de la cifra de medio millón fue engañado», pero él le sigue echando la culpa a la incompetencia, no a la malicia.
Todo esto sigue siendo parte de la historia. La auto-complacencia posterior al evento. Ya la hemos visto antes.
Dijeron que el 11-S fue el resultado de un «fracaso de la imaginación«.
La guerra de Irak fue supuestamente el resultado de una «mala inteligencia«.
Ambas son mentiras descaradas y demostrables. Una retaguardia protectora para la narrativa del establishment.
La agonía por los «errores» y la promesa de «hacerlo mejor la próxima vez» siguen formando parte del teatro, reforzando la historia falsa frente a una realidad más brutal: el «Covid», tal y como se nos vendió, nunca existió realmente.
La pandemia no fue orgánica. Los cierres de emergencia no fueron el resultado del pánico.
Todos hemos leído los hechos. Los datos fueron falsificados, las pruebas fueron inútiles, las estadísticas infladas artificialmente, y muchas muertes fueron causadas intencionadamente a través de la negligencia médica institucionalizada. Los hospitales recibieron bonos de financiamiento como pago.
Nada de eso tuvo que ver con datos erróneos o modelos pesimistas. Lo hicieron todo a propósito, todo.
Cada vida perdida, cada negocio destruido, cada céntimo malgastado, cada niño traumatizado. Cada momento de ansiedad y miedo – cada uno – totalmente intencionado.
Arruinaron vidas y países y la economía mundial con una política deliberada sobre la base de una vasta red de mentiras, y el último acto del engaño será afirmar que fue un «error».
Mientras tanto, la misma agenda que se enmascara detrás de este «error» -pobreza masiva, escasez de alimentos y energía, censura y control sobre la sociedad- se acerca cada vez más con un nuevo disfraz: La guerra.
Es todo lo mismo, no importa lo que digan, no importa lo que pretendan preocuparse, lo que realmente quieren nunca cambia.
La «Covid» nos costó a cada uno de nosotros algo -seguridad, dinero, confianza, salud, amigos, familia- pero también nos dio algo: una mirada detrás de la cortina. En su ambición, el establishment expuso su verdadero rostro.
Creen que si dejan de hablar del «gran reinicio», de la «nueva normalidad» o del Building Back Better (‘reconstruir mejor’, en su traducción al español) durante unos meses nos olvidaremos. Pero no lo haremos.
Nos dijeron, claramente, quiénes eran y cuáles eran sus pretensiones, y ahora van a fingir que no querían actuar de esa manera.
No te lo creas. Ni por un segundo.
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