Somos en relación con el mundo, en el contacto físico con los demás, es en esta relación directa donde pasan cosas, cosas emocionantes porque hay implicación. Si la vida se centra en estar ocho, diez horas a solas detrás de una pantalla esta relación con el mundo va a quedar reducida a muy poco.
Son reflexiones que lanza Francesc Núñez Mosteo, director del máster de Humanidades (UOC), para analizar cómo se van a perfilar las relaciones personales, sociales, tras un año de pandemia, de encierro, de limitación de los contactos y de muchas pantallas. La relación física con los demás, señala, la presencia de los cuerpos genera vínculo y compromisos. Es la sabiduría de la vida.
La presencia física con el otro genera vínculo, compromiso, sabiduría de la vida, indica Núñez Mosteo (UOC)
Pero ha pasado ya un año desde que se decretó el estado de alarma, y más de doce meses con los contactos y las relaciones personales limitadas.
En este contexto, Núñez Mosteo, experto en sociología de las emociones, considera que la facilidad que han dado las pantallas para conectar con los demás nos está convirtiendo en “seres perezosos” en las relaciones sociales. La relación a través de las pantallas, que ya se apuntaba antes de la pandemia, ha supuesto una revolución.
Y lo que puede suceder a partir de ahora, indica, es que la sociedad se instale en esta “comodidad” de relacionarse en línea, lo que es más sencillo, puede ahorrar tensiones y evita dar algunas explicaciones.
Para Carme Guillen, coordinadora del grupo de psicología y sociedad del Col.legi Oficial de Psicolgia (COPC), debido a la pandemia y sus restricciones las personas han tenido que ser selectivas en sus relaciones. Se han creado núcleos cercanos más pequeños pero en los que se ha podido profundizar en las relaciones, indica. Y también puede haber servido para liberarse de las que no gustan.
Pero hay que ir más allá del análisis generalizado, indica, ya que ha afectado y lo seguirá haciendo de formas diferente en función de los momentos vitales. No es lo mismo reducir las relaciones para una persona madura que vive en pareja, que para alguien que lo que le gustaría, por ejemplo, es encontrarla, lo implica salir y relacionarse. Tampoco es igual el impacto relacional en los chicos que empiezan el instituto, en un ambiente por conocer, que los que llevan ya unos años..
Se ha tenido que ser selectivo, se han creado núcleos más pequeños pero más profundos, señala Guillén (COPC)
Somos seres sociales, subraya Calamanda Vila, coordinadora del grupo de psicología comunitaria (COPC), y todos estos meses “nos han hecho mirar hacia adentro y apreciar aquellas relaciones que realmente valoramos, hay un gran añoranza de los sentimientos”.
Ahonda en el análisis al señalar que la sociedad, y se centra específicamente a los jóvenes, han aprendido a discriminar qué compañías eligen, a ser más selectivos y más críticos.
Esta psicóloga y profesora ha visto como a lo largo del año chicas y chicos han evolucionado desde un curso que empezaron con miedo a tirar ahora hacia adelante aprovechando, dice, la oportunidad de desarrollar un buen trato con los demás, entre las personas. En un contexto general en el que considera que el sentimiento de comunidad está cuajando.
La pandemia puede hacer cuajar un nuevo sentimiento de comunidad, explica Vila (COPC)
A medida que se relajen las restricciones, habrá un proceso de adaptación en las relacione sociales que no será el mismo para todo el mundo. Una ventana abierta para los que han sufrido por las restricciones, un escenario a repensar para los que se han sentido aligerados reduciendo el contacto exterior.
La pandemia, el impacto socioeconómico, ha servido así para repensar algunas cuestiones cuando se habla de relaciones sociales, personales. Ha habido una cierta desaceleración de la vida, señala Guillén, lo que ha permitido reflexionar sobre dónde queremos estar y cómo queremos relacionarnos. Es evidente que todo depende cómo la pandemia ha afectado la salud y la economía de cada uno, pero el teletrabajo, indica, abre posibilidades de pensar otras formas de vivir.
La marca de estos meses está aquí en la vida de cada uno, y aún queda un camino incierto. Pero cuando pase, señala Francesc Nuñez, en cuanto se pueda volver a un cierto crecimiento económico, mucha gente se lanzará a la calle, a vivir. Habrán cambiado cosas, las pantallas seguirán presidiendo buena parte de las vidas, pero los humanos no dejarán su condición de seres sociales.
De momento, para recuperar el pulso del otro, es importante que finalice el uso de las mascarillas (cuando la situación lo permita). La mascarilla, señala Guillén, hace estar constantemente en sensación de alerta, y esto frena la reanudación de las relaciones sociales. Las emociones.
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