Por Despertares

Que hayan triunfado los ‘niños-tamagochi’ no se debe únicamente a este cambio cultural en el que las nuevas generaciones ven a los hijos como una carga o un peligro para el planeta; el movimiento antinatalismo ha dado un giro al concepto de ‘familia’.

A su vez, los últimos acontecimientos han incrementado un resentimiento de la salud mental de jóvenes y no tan jóvenes, sometiendo a las personas a un alto grado de estrés, ansiedad por los espacios cerrados o públicos, el síndrome ‘del quemado’ o problemas generales a la hora de estrechar lazos con otro individuo.

Estos sucesos han causado un fuerte impacto en la sociedad española: la ‘familia’ es un concepto criminalizado por lo políticamente correcto, la Naturaleza se estaría vengando de las mujeres, los conceptos cambian para suavizar posibles ofensas -como la viruela ‘del mono’, cuyo nombre ahora sería racista-, los niños viven luchas mentales titánicas con este nuevo sistema educativo -donde se cuestiona la fina línea entre ‘conocimiento’ y ‘corrupción de menores’- y, para colmo, la crisis no hace más que acentuarse.

Demasiado ocupados como para ser conscientes de todo lo que sucede a nuestro alrededor y dando nuestra vida para sobreponernos un día más, cada vez es mayor el número de personas que prefieren limitarse a un estilo de vida individualista pero, ¿hasta qué punto esto es sano para la gente a nivel comunitario?

En esta ocasión Juan Carlos Baruque realiza a Alba Lobera una entrevista sobre el concepto de deshumanización y cómo la ingeniería social y demás tácticas primarían para despedazar lo que fue un país abierto, cálido y enriquecedor.

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