Por RT
Un alto funcionario de las ONU insta a las potencias mundiales a asegurar el acceso a los abonos rusos, «más allá de que amen u odien a Rusia», para evitar una inminente hambruna en África.
El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), David Beasley, ha instado a la comunidad internacional a hacer esfuerzos para evitar una inminente hambruna en África Oriental que —asegura— podría empeorar debido a las sanciones contra Rusia, recoge las palabras del alto funcionario la prensa canadiense.
Últimamente, debido a la crisis ucraniana, las exportaciones del país eslavo se han reducido drásticamente, provocando un aumento de los precios del petróleo, lo que, según afirmó el alto funcionario, está costando al PMA 75 millones de dólares adicionales al mes.
«Ahora mismo, en nuestras operaciones, tenemos que quitar comida a los niños hambrientos para dársela a los niños que se mueren de hambre, debido a la falta de fondos», dijo este martes Beasley durante una visita a Ottawa (Canadá).
Mientras las sanciones occidentales impuestas a Rusia incluyen algunas exenciones para ciertos tipos de alimentos y fertilizantes, el jefe del PMA aseveró que las potencias mundiales deben comprometerse a más acciones para asegurar el acceso a los abonos rusos, «más allá de que amen u odien a Rusia».
«Es muy posible que pasemos de un problema de precios de los alimentos ahora mismo a un problema de disponibilidad de alimentos en 2023, y eso me preocupa mucho», manifestó Beasley.
El jefe del PMA dijo que su mayor preocupación es por los países del Cuerno de África, tales como Etiopía y Somalia, donde los conflictos armados han incitado a algunas milicias a impedir el acceso a los alimentos. Además, recalcó que, en las últimas cinco temporadas de cultivo consecutivas, la región se ha visto afectada por la sequía.
Una amenaza para 345 millones de personas
El número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda se ha multiplicado por cuatro desde 2017, cuando sumaban 80 millones, hasta el día de hoy, alcanzando la cifra sin precedentes de 345 millones.
A este aumento significativo han contribuido la pandemia del covid-19, los conflictos armados, la toma del poder en Afganistán por los talibanes, el cambio climático y los problemas en las cadenas de suministro tras la adopción de las sanciones antirrusas a raíz de la operación militar especial en Ucrania.
«El mundo está en un estado muy frágil. No podemos, en mi opinión, aguantar mucho más», admitió Beasley.
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