Por RT
«La idea de comer carne humana era terrible, repugnante», rememoró uno de los sobrevivientes del accidente aéreo que ocurrió en 1972.
A medio siglo de la tragedia de los Andes, los 16 sobrevivientes de ese accidente aéreo afirman que están con vida gracias a la promesa que se hicieron entre los que quedaron heridos.
«Prometimos que si uno de nosotros moría, los demás estamos obligados a comer sus cuerpos», dijo Ramón Sabella, de 70 años, uno de los sobrevivientes del accidente ocurrido el 13 de octubre de 1972, en una entrevista con el medio británico The Sunday Times.
Sabella también comentó que la opción del canibalismo solo fue viable cuando se convirtió en la única manera de mantenerse vivos, en medio de unas condiciones climáticas adversas, con nieve y frío de hasta 30 grados bajo cero, mientras esperaban por un rescate que llegó 72 días después.
«Por supuesto, la idea de comer carne humana era terrible, repugnante», dijo el superviviente y agregó que cuando se vieron obligados a hacerlo, «fue difícil». Sin embargo destacó que, al ser la única alternativa para alimentarse, se acostumbraron con el paso de los días.
Sabella también comentó que sus amigos fallecidos fueron una especie de «primeros donantes de órganos en el mundo«, porque ayudaron a sobrevivir a otros.
El histórico accidente, del que se han realizado películas, documentales y que tendrá un nuevo largometraje en Netflix, murieron un total de 29 personas. Tres tripulantes y ocho pasajeros fallecieron al instante, mientras que otras 18 murieron mientras esperaban que los rescataran.
La aeronave siniestrada pertenecía a la Fuerza Aérea de Uruguay, que realizaba un viaje privado desde Montevideo con destino a Santiago de Chile, para trasladar al equipo de rugby amateur Old Christians. Las labores de búsqueda se suspendieron a los 10 días del hecho y daban a todos los viajeros por muertos.
A los 69 días de espera, dos de los sobrevivientes salieron a buscar ayuda y, equipados con trozos de carne humana para aguantar la expedición, llegaron a una zona donde se encontraron con el arriero Sergio Catalán, quien cabalgó 120 kilómetros para dar aviso a las autoridades de los 14 supervivientes que permanecían en la montaña y que tuvieron que esperar, sin saber, tres días más para ser rescatados.
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