Por Miguel Jara
El Proyecto SCoPEX, el experimento insignia de geoingeniería solar de la Universidad de Harvard, se ha clausurado.
Se trata de una serie de pruebas que iban a hacerse a cielo abierto, con técnicas de geoingeniería que se usan para la llamada Inyección Estratosférica de Aerosoles, e intentar bloquear parcialmente el sol. Se pretendía así disimular las altas temperaturas ocasionadas por los denominados gases de efecto de invernadero.
Aunque parezca una locura, la citada inyección estratosférica de aerosoles es una propuesta teórica de geoingeniería solar para rociar con diminutas partículas reflectantes la estratósfera. Esta es la capa superior de la atmósfera terrestre.
Lo que se intenta conseguir es «tapar el sol» para bajar un poco la temperatura del planeta reflejando la luz solar hacia el espacio.
Las partículas reflectantes serían dióxidos de azufre (las más estudiadas), sal finamente pulverizada o carbonato de calcio. Se haría desde aviones, disparando las partículas con cañones de artillería o utilizando grandes mangueras para llegar al cielo.
Lo que se pretende es controlar parte de la radiación solar entrante en la Tierra emulando las nubes de polvo ricas en azufre que permanecen en la atmósfera tras grandes erupciones volcánicas. Pero claro, a diferencia de una erupción volcánica, la inyección estratosférica de aerosoles supone la contaminación constante con esas partículas.
Ninguno de estos enfoques de geoingeniería solar aborda las causas de la actual crisis climática.
Pese al peligro de estas pruebas en 2023 se realizaron en México experimentos ilegales basados en la investigación de David Keith, creador del proyecto SCoPEx. Tras ello, el país centroamericano prohibió los ensayos de geoingeniería solar a cielo abierto.
La cancelación del proyecto SCoPEx es un triunfo de las organizaciones de la sociedad civil y de pueblos indígenas que oponen resistencia a los proyectos de geoingeniería solar.
Detener los experimentos a cielo abierto es crucial ahora que varios países como Estados Unidos, Israel, Canadá y Reino Unido anunciaron planes para avanzar la investigación sobre geoingeniería solar.
Silvia Ribeiro, Directora para América Latina del Grupo ETC.
El objetivo de los experimentos de geoingeniería solar es que esa tecnología avance hacia su despliegue a gran escala. Los resultados de esos experimentos es difícil que revelen sus verdaderos impactos ambientales, económicos y sociales.
En realidad, son una coartada para que los países y los sectores industriales más contaminantes continúen con sus negocios como siempre. Es decir, en lugar de encaminarnos hacia modelos económicos ecológicos hacer de que algo cambia (tapar el problema) para que todo siga igual.
La geoingeniería solar implica graves impactos para la naturaleza, la biodiversidad, la salud, la seguridad alimentaria e incluso para la seguridad nacional y el balance geopolítico del mundo. Nadie sabe qué puede ocurrir si a alguien se le ocurre «tapar el sol».
Hay muchas razones sociales, políticas y ambientales para no permitir ninguno de los experimentos a cielo abierto, y más de 500 científicos han argumentado y propuesto un Acuerdo Internacional de No-Uso de la Geoingeniería solar.
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