Por RT
El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos advirtió que el mundo enfrenta «una emergencia global de una magnitud sin precedentes»
El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, advirtió este jueves que el mundo enfrenta «una emergencia global de una magnitud sin precedentes», con hasta 345 millones de personas al borde de la hambruna, y 70 millones están siendo empujadas al límite por los altos costos de los alimentos, el combustible y los fertilizantes tras el conflicto en Ucrania.
El alto cargo dijo ante el Consejo de Seguridad de la ONU que la cifra de personas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda en los 82 países donde opera la agencia es más del doble que la cantidad que se encontraba en esta situación antes de la pandemia de covid-19 en 2020.
Asimismo, Beasley alertó que es increíblemente preocupante que 50 millones de personas que sufren desnutrición muy aguda en 45 países estén «llamando a la puerta de la hambruna». «Lo que fue una ola de hambre ahora es un tsunami de hambre», afirmó, señalando que a la «tormenta perfecta» de la escalada de violencia, los impactos económicos de la pandemia y el cambio climático, se sumó el aumento de los precios debido a la crisis ucraniana.
A pesar del acuerdo de julio que permite el envío de granos de Ucrania desde tres puertos del mar Negro y los continuos esfuerzos para que los fertilizantes rusos regresen a los mercados globales, «existe un riesgo real y peligroso de múltiples hambrunas este año», añadió.
El Consejo de Seguridad se centró en la inseguridad alimentaria inducida por el conflicto y el riesgo de hambruna en Etiopía, el noreste de Nigeria, Sudán del Sur y Yemen. Sin embargo, el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, también advirtió sobre los niveles alarmantes de inseguridad alimentaria en Afganistán y Somalia.
Efectos del conflicto y la violencia
Griffiths indicó que la inseguridad alimentaria generalizada y creciente es el resultado del impacto directo e indirecto de los conflictos y la violencia que mata y lesiona a civiles, obliga a las familias a huir de la tierra de la que dependen para obtener ingresos, y conduce al declive económico, así como al aumento de los precios de los alimentos que no pueden pagar.
En el noreste de Nigeria, la ONU proyecta que 4,1 millones de personas enfrentan altos niveles de inseguridad alimentaria.
Después de más de siete años de guerra en Yemen, detalló, «alrededor de 19 millones de personas, 6 de cada 10, padecen inseguridad alimentaria aguda. Se estima que 160.000 personas enfrentan una catástrofe y 538.000 niños están severamente desnutridos«.
En este contexto, indicó que en Sudán del Sur 7,7 millones de personas, más del 60 % de la población, están «enfrentando niveles críticos o peores de inseguridad alimentaria». Mientras que en las regiones de Tigray, Afar y Amhara, en el norte de Etiopía, más de 13 millones de personas necesitan asistencia alimentaria vital.
El secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU instó al Consejo de Seguridad del organismo a «no dejar piedra sin remover» para tratar de poner fin a estos conflictos y aumentar la financiación de las operaciones humanitarias, mencionando que los llamamientos de las Naciones Unidas en esos cuatro países están «muy por debajo de la mitad de la financiación necesaria».
Entretanto, desde Moscú han denunciado en repetidas ocasiones que los problemas en el mercado alimenticio mundial y la crisis global se han visto agravadas por las sanciones impuestas por Occidente contra el país tras el inicio de su operativo militar. Los fertilizantes de Rusia y Bielorrusia dejaron de llegar al mercado europeo y esto provocó el incremento de precios de los productos alimenticios.
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