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La percepción creciente es que el “Estado Profundo” es sinónimo de “Estado Bancario Profundo”, a medida que la interconexión entre los gigantes bancarios globales y las entidades gubernamentales se vuelve más corrupta y peligrosa.
El caso reciente de la Comisión de Investigación del Parlamento Suizo que investigó el colapso de Credit Suisse, el segundo banco más grande de Suiza, ejemplifica esta tendencia. De manera sorprendente, la Comisión planea mantener sus hallazgos ocultos al público durante 50 años, acompañados de estrictos requisitos de confidencialidad para los participantes.
Aunque esta descarada negación del derecho del público a la información está recibiendo mucha atención, obstrucciones similares han estado ocurriendo en los Estados Unidos durante décadas.
El caso del reportero de Bloomberg Mark Pittman, quien buscó información sobre rescates bancarios globales a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información (FOIA) durante la crisis financiera de 2008, ilustra este patrón. A pesar de ganar una demanda contra la Reserva Federal para revelar los detalles de la transacción, la Fed se negó a revelar los nombres de los bancos involucrados o los montos prestados, lo que provocó una batalla legal prolongada.
Finalmente, una auditoría reveló que la Reserva Federal había otorgado en secreto más de $16 billones en préstamos a bancos globales, mientras ocultaba sus operaciones y las subcontrataba a contratistas privados.
Estos incidentes, junto con las continuas dificultades que enfrenta Wall Street On Parade para obtener información sobre las actividades bancarias, demuestran el obstáculo sistemático del derecho del público a saber.
Los problemas de transparencia se extienden más allá de la FOIA, ya que el Departamento de Justicia también oscurece los detalles de los cargos contra los bancos globales, ejemplificados por la divulgación limitada de documentos en el acuerdo de Citigroup y el sellado de información crítica en las demandas contra JPMorgan Chase con respecto a su facilitación de los crímenes de Jeffrey Epstein.
La erosión de la transparencia a través de registros y redacciones ocultas refleja una tendencia preocupante que socava la democracia en los Estados Unidos, dejándola cada vez más oscurecida y en riesgo.
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