Por RT
El hallazgo posee gran significancia para futuras misiones al satélite natural de la Tierra.
La NASA confirmó este lunes la presencia inequívoca de abundante agua en la Luna al comprobar que el satélite natural de la Tierra posee muchas más trampas de agua congelada de lo que se creía hasta el momento.
El agua, que se encuentra congelada en reservorios bajo la superficie podría servir para abastecer las necesidades de colonias humanas que podrían establecerse en el futuro de manera permanente.
El hallazgo, anunciado a través de una teleconferencia transmitida en vivo por el canal de YouTube de la NASA, fue realizado gracias al Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja (SOFIA), telescopio a bordo de un avión modificado Boeing 747SP, proyecto conjunto de la agencia espacial estadounidense y el Centro Aeroespacial Alemán.
El cráter Calvius
Los resultados de las observaciones, publicados en dos artículos en la revista Nature Astronomy, informan sobre la detección, por primera vez en la historia, de moléculas de agua en la superficie de la Luna que recibe luz solar, así como la identificación de pequeñas regiones de sombra permanente donde esta sustancia podría permanecer atrapada de forma estable.
En el caso del primer estudio, el agua fue detectada en el cráter Clavius, en el hemisferio sur de la Luna y que es visible desde nuestro planeta. Los científicos sospechan que el agua pudo haber aparecido en ese lugar a raíz del impacto de diminutos meteoritos o bien se formó mediante la interacción de partículas energéticas expulsadas del Sol.
El descubrimiento aporta evidencia a favor de que el agua podría no estar limitada a las regiones frías y ensombrecidas de nuestro satélite, sino que podría estar distribuida por toda su superficie.
Trampas congeladas
A su vez, los autores del segundo trabajo aseguran que el agua se encuentra en forma de pequeños trozos de hielo conservados dentro de miles de trampas superficiales, distribuidas en un área de unos 40.000 kilómetros cuadrados alrededor de ambos polos de la Luna.
La agencia espacial estadounidense sugiere que ambos hallazgos son de gran importancia para el programa Artemis, con el que la NASA prevé el regreso de astronautas a la Luna en el año 2024.
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