Por RT
Científicos vincularon una alta oblicuidad orbital con mayores flujos de oxígeno a la atmósfera.
El oxígeno no necesariamente apareció primero en la atmósfera de la Tierra y existen estimaciones que sugieren que la oxigenación y fotosíntesis oxigénica ocurrieron en el océano varios cientos de millones de años antes. Teniendo en cuenta esa probabilidad, de que la producción del oxígeno (O2) no tiene por qué manifestarse en la atmósfera en otros planetas, un equipo de investigadores decidió centrarse en los flujos de O2 que van del mar al aire y estudió la posibilidad de la existencia de los llamados ‘oasis de oxígeno’, utilizando modelos 3D para determinar las dinámicas del océano y la biogeoquímica marina.
En su estudio, financiado por la NASA y presentado este viernes en la conferencia de geoquímica Goldschmidt, determinaron que en los patrones de la circulación oceánica y en el transporte de nutrientes que pueden mejorar la producción de O2 en la biosfera influyen factores como el aumento de la duración del día, una mayor presión en la superficie y la aparición de los continentes.
«Sostenemos que estas relaciones pueden haber contribuido a la oxigenación de la Tierra, favoreciendo un aumento secular de los flujos de oxígeno biogénico hacia la atmósfera», señalaron durante la presentación.
Una conclusión aún más impactante fue que los mundos que están más inclinados sobre sus ejes pueden tener más probabilidades de desarrollar formas de vida compleja. Los científicos descubrieron que una alta oblicuidad orbital puede estar relacionada con mayores flujos de oxígeno que se dirigen a la atmósfera dependiendo de las estaciones.
Según sus cálculos, una mayor inclinación aumenta la producción de O2 en el océano, generado por la fotosíntesis, y en parte esto se debe al aumento de la eficiencia con la que se reciclan los componentes biológicos. Sin embargo, no todos los planetas son como la Tierra que, gracias a la inclinación sobre su eje, tiene estaciones y recibe más luz en verano que en invierno.
Stephanie Olson, de la Universidad Purdue (EE.UU.), quien presentó el estudio, recordó que «no todos los océanos serán grandes anfitriones para la vida tal y como la conocemos, y un subconjunto aún más pequeño tendrá hábitats adecuados para que la vida progrese hacia la complejidad de grado animal». En todo caso, primero habría que asegurarse de que el planeta donde se pretende buscar vida extraterrestre está a la distancia correcta de su estrella que permita la presencia del agua líquida y los ingredientes químicos necesarios, señaló.
«Las pequeñas inclinaciones o la estacionalidad extrema de los planetas con inclinaciones similares a las de Urano pueden limitar la proliferación de la vida, pero la modesta inclinación de un planeta sobre su eje puede aumentar la probabilidad de que desarrolle atmósferas oxigenadas que podrían servir como faros de vida microbiana y alimentar los metabolismos de los grandes organismos», explicó Olson, remarcando que se necesita una inclinación modesta para incrementar las probabilidades de desarrollar vida compleja.
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