Corporaciones envían maquinaria pesada al fondo de los océanos: ¿qué buscan y cuáles serían las consecuencias?

Por RT

Grupos ambientalistas consideran que la excavación del lecho marino podría destruir los ecosistemas aún desconocidos.

Varias empresas han puesto especial interés en el desarrollo de la minería oceánica con el fin de satisfacer la creciente demanda de metales imprescindibles para producir baterías, así como de algunos minerales utilizados en la fabricación de teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos.

Tal es el caso de la empresa canadiense The Metals Company, que recientemente anunció el inicio de exploraciones marinas como parte de una investigación millonaria para evaluar los riesgos e impactos ambientales de su actividad minera en aguas profundas, informa Yahoo Finance.

La empresa lleva una década explorando el depósito más grande del mundo de metales de interés industrial, una rica fuente de níquel, cobre, manganeso y cobalto. Se trata de un lecho de rocas conocidas como nódulos, ubicado en la zona de la fractura submarina de Clipperton, en el Pacífico Norte, entre México y Hawái.

Este tipo de corporaciones consideran que, si la humanidad quiere aprovechar mejor las energías renovables, hace falta excavar el fondo oceánico. La meta principal de The Metals Company es poner en marcha su maquinaria minera para extraer estos valiosos recursos “con el menor impacto ambiental”, disminuyendo así las explotaciones mineras tradicionales, recoge The Guardian. 

Sin embargo, a pesar de las aparentes ventajas de este tipo de minería, grupos ambientalistas consideran que la excavación del lecho marino podría destruir los ecosistemas aún desconocidos. Los expertos advierten que es una “amenaza” para el océano.

Al respecto, el profesor de la Universidad de California, Douglas McCauley, acusa a los empresarios de emitir declaraciones falsas para justificar sus planes comerciales. El especialista sostiene que con la minería submarina no podremos conservar mejor el medioambiente, sino todo contrario.

Paradójicamente, un número creciente de fabricantes de automóviles también se opone a la minería oceánica y empiezan a buscar posibles alternativas a las baterías que utilizan ahora. Están considerando el uso de metales más comunes y fácilmente disponibles, además de cambiar el diseño de baterías por otras que requieran de menos recursos para su fabricación y que puedan ser reciclables.

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