El diario El Salto recoge el caso de dos mujeres jóvenes que han visto cómo han cambiado sus vidas tras las inyecciones experimentales contra el Covid-19.

Por Beatriz Talegón:
El Salto presenta una pieza que pone el foco en la realidad que está viviendo un número indeterminado de personas en nuestro país, pero también a nivel mundial: quienes tras inocularse contra la covid están sufriendo posibles efectos adversos.

Señala la pieza en el subtítulo que «No son negacionistas ni antivacunas. Tampoco tienen ansiedad, como son diagnosticadas la mayoría. Un grupo de personas que han enfermado tras recibir la dosis cuentan sus síntomas, que se enmarcan dentro del cuadro de un posible covid persistente, tal y como van a investigar los especialistas del CIR Long Covid».

Relatan en El Salto la realidad que están viviendo personas como Estrella R., a quien le suministraron la primera dosis de AstraZeneca el 7 de abril de 2021, justo un día antes de que el Ministerio de Sanidad suspendiera la administración de esta vacuna en menores de 60 años. Una decisión que se tomó después de que la Agencia Europea del Medicamento confirmara la relación entre la vacuna y los casos «raros» de trombos. En el caso de Estrella fueron apareciendo efectos secundarios que, en un primer momento consideró «normales».

Según recoge la publicación, Estrella se pasó durmiendo toda la tarde y al día siguiente tenía un «dolor de cabeza horroroso». Después llegaron los episodios de dismenorrea (dolor en la menstruación), un gran cansancio, desmayos en el centro de salud, sospechas de hipotiroidismo, pero analíticas correctas. Comenzaron los despistes en el trabajo, hinchazón del cuerpo, incoherencia al hablar. Sú médico de cabecera «lo achacó a salud mental», le diagnosticaron antidepresivos. A pesar de que Estrella no se encontraba deprimida.

Estrella cuenta cómo tuvo que dejar de ir a trabajar en bicicleta. Cómo no podía bajar ni siquiera a hacer la compra. Y el 15 de junio comenzó una baja laboral de larga duración. Desde entonces no ha podido volver a trabajar.

Explica cómo «nunca relacionó los síntomas con la vacuna» y que el 30 de junio se puso la segunda dosis y «ahí se desbocó todo».

Cuenta cómo tuvieron que trasladarle a Albacete junto a sus padres, «porque ya no era capaz de salir de casa». Allí se recrudecen los síntomas con vómitos espontáneos, estreñimiento total y una inflamación de todo el cuerpo con un cansancio que me deja en la cama«.

Incomprensión total por parte de la médico de cabecera

Se subraya que Estrella denuncia «la incomprensión total por parte de su médica de cabecera». Señala que «no entiende que esté en casa de mis padres y de manera unilateral me dice que yo tengo que estar en Madrid, porque yo tengo que estar a su disposición. Que a mí no me pasa nada, que coma más sano y beba mucha agua y me da el alta. Intento por todos los medios parar esto, estaba en una cama sin poder moverme, me tendría que presentar en mi puesto de trabajo. Lo intento y ahí es cuando acabo ingresada en el hospital».

Llega el verano y aparece un desequilibrio en su microbiota. La desesperación le lleva en septiembre a un intento autolítico.

Gracias a las redes sociales descubrió que había gente afectada por las vacunas

Explica Estrella para El Salto que fue gracias a un grupo de redes sociales donde descubrió que había personas afectadas por la vacuna, que no son negacionistas ni antivacunas. Que solamente piden que se investiguen sus casos.

Covid persistente tras la vacuna

Recoge también El Salto el caso de Marta, de 25 años, que tras recibir la vacuna de Pfizer el pasado 11 de julio, comenzó a marearse al pasar diez minutos desde la inoculación. Sentía frío y se echó la siesta con un edredón. Relata cómo al día siguiente, cuando se levantó comenzó a dolerle el pecho. «Estaba muy fatigada y tenía palpitaciones», explica. Y señalan que las taquicardias le acompañaron llegar a la oficina, donde su jefa le recomendó teletrabajo. Cuenta cómo «tuvo que agarrarse a las paredes para poder acudir a la consulta», donde le hicieron un electro y «todo estaba bien». Tenía la tensión alta, con el corazón a 130 pulsaciones.

A Marta le diagnosticaron «ansiedad» y fue derivada a distintos especialistas. Desde el cardiólogo al neurólogo pasando por el internista. Cuenta cómo empezaron los síntomas neurológicos, las pérdidas de memoria. Cómo se sentía desubicada, y comenzaba a tener problemas en el trabajo. Tenía dificultades para decir palabras y sentía espasmos musculares.

Los resultados empezaron a dar en las analíticas altos niveles de coagulación en sangre. Le revisan en el neurólogo y le dicen que «está perfecta». Explica cómo la mayoría de los médicos que le han atendido han apuntado a una posible reacción a la vacuna y de hecho, le recomendaron no inocularse la segunda dosis.

Señala El Salto que «los síntomas más comunes del covid persistente casan muy bien con el cuadro clínico de las afectadas por la vacuna». Y explican que el Centro de Investigación y Difusión del covid persistente, CIR LONG COVID, ya está preparando ensayos clínicos al respecto. Lo ha confirmado para esta publicación el médico Francisco Mera Cordero, el presidente de esta entidad: «los síntomas son muy similares a los de los pacientes con covid persistente por infección. Astenia, niebla mental, dificultad para respirar, poca tolerancia al ejercicio, dolor, síntomas dermatológicos, hormigueos». Apunta el presidente del CIR Long Covid que «aunque es necesario investigar el desencadenante, todo cuadra con una respuesta inmunitaria disfuncional, mediada por la proteína S (Spyke o Espiga).


Diario16 | ElSaltoDiario

Visto en: Trikooba News

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