ROMA/OTTAWA.- «Vuestra protesta, queridos amigos camioneros canadienses, se une a un coro mundial que quiere oponerse a la instauración del Nuevo Orden Mundial sobre los escombros de los Estados nacionales», dijo en una carta a los camioneros canadienses el arzobispo Carlo Maria Viganò, respaldando la caravana, según LifeSiteNews.

Y añadió, «parece que Canadá es -junto con Australia, Italia, Austria y Francia- una de las naciones más infiltradas por los globalistas».

Messaggio di S.E. Mons. Carlo Maria Viganò ai Truckers Canadesi

Queridos amigos y hermanos camioneros canadienses,

El golpe de Estado global que ha llevado a cabo la élite globalista durante los dos últimos años de farsa psicopandémica queda claro cuando observamos no sólo lo que ha sucedido en los estados individuales, sino también lo que ha sucedido en todas partes.

Vuestra protesta, compañeros camioneros canadienses, forma parte de un movimiento mundial que se opone a la instauración del Nuevo Orden Mundial sobre los escombros de los Estados nacionales, a través del Gran Reajuste que pide el Foro Económico Mundial y, bajo el nombre de Agenda 2030, las Naciones Unidas.  

Y sabemos que muchos jefes de gobierno han participado en la Escuela de Jóvenes Líderes de Klaus Schwab -la llamada Global Leaders for Tomorrow-, empezando por Justin Trudeau y Emmanuel Macron, Jacinta Ardern y Boris Johnson, y antes Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Tony Blair.

Se podría decir que Canadá es -junto con Australia, Italia, Austria y Francia- una de las naciones más infiltradas por los globalistas. Y en este proyecto infernal no sólo debemos considerar la farsa psicopandémica, sino también el ataque a las tradiciones y a la identidad cristiana -o más precisamente católica- de estos países.

Lo entendisteis instintivamente, y vuestras ansias de libertad se mostraron en todo su coro mientras conducíais hacia la capital. Queridos camioneros, estáis pasando por grandes dificultades, no sólo porque dejáis vuestro trabajo para manifestaros, sino también por las condiciones meteorológicas adversas, las noches de frío, los intentos de evacuación. 

Pero junto a estas dificultades también has experimentado la cercanía de muchos de tus conciudadanos, que como tú han comprendido la amenaza que se cierne sobre ti y quieren apoyarte en tu protesta contra el régimen. Permítanme también expresarles mi apoyo y cercanía espiritual, a lo que añado mi oración para que su manifestación se vea coronada por el éxito y se extienda a otros países.

Desgraciadamente, también vemos tanto conformismo, tanta cobardía, tanta cobardía en personas que hasta ayer considerábamos amigos, incluso entre nuestros familiares. Y sin embargo, precisamente por esta situación extrema, descubrimos con asombro gestos de humanidad por parte de desconocidos, signos de solidaridad y fraternidad por parte de quienes se sienten cercanos en la batalla común. 

Descubrimos tanta generosidad, y tantas ganas de sacudir este letargo. Descubrimos que ya no estamos dispuestos a someternos pasivamente a la destrucción de nuestro mundo impuesta por una cábala de criminales sin escrúpulos, sedientos de poder y dinero.

En este implacable ataque al mundo tradicional, no sólo se han visto afectados su modo de vida y su identidad, sino también sus bienes, sus actividades, su trabajo. Este es el Gran Reajuste, este es el futuro prometido con eslóganes como Reconstruir Mejor, este es el futuro de miles de millones de personas controladas en cada uno de sus movimientos, en todas sus transacciones, en cada compra, en cada práctica burocrática, en cada actividad. 

Autómatas sin alma y sin voluntad, privados de su propia identidad, reducidos a tener una renta universal que les permita sobrevivir, comprando sólo lo que otros han decidido poner a la venta, transformados por un suero genético en enfermos crónicos.

Hoy, más que nunca, es imperativo que te des cuenta de que ya no es posible observar impasiblemente: es necesario tomar partido, luchar por la libertad, defender el respeto a las libertades naturales. Pero aún más, queridos hermanos y hermanas canadienses, deben comprender que esta distopía sirve para establecer la dictadura del Nuevo Orden Mundial y para borrar totalmente todo rastro de Nuestro Señor Jesucristo de la sociedad, de la historia, de las tradiciones de los pueblos.

Manifestaos por vuestros derechos, compatriotas: pero que estos derechos no se limiten a una simple reivindicación de la libertad de entrar en los supermercados o de no vacunarse: que sea una reivindicación orgullosa y valiente de vuestro sacrosanto derecho a ser hombres libres. Pero la tuya debe ser una manifestación de la verdadera libertad, recordándote que es la Verdad -es decir, Nuestro Señor Jesucristo- la única que puede garantizarte la libertad: la verdad te hará libre.

Recemos para que Cristo vuelva a reinar en la sociedad, en vuestros corazones y en vuestras familias. Toma el arma espiritual del Santo Rosario, y reza a la Santísima Virgen, a San Jorge, a Santa Ana y a los Santos Mártires Canadienses para que protejan tu patria.  

Quisiera concluir este llamamiento pidiéndoles que recen conmigo, con las palabras que nos enseñó Nuestro Señor: que sean el sello de este despertar, de esta liberación nacional. 

Hagámoslo todos juntos, en voz alta, para que nuestra oración se eleve al cielo, pero también para que resuene con fuerza en estas plazas, en estas calles, hasta los palacios de los poderosos: Padre nuestro que estás en el Cielo…

Que Dios los bendiga a todos.  

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

Visto en: Alicante Confidencial

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