Por Mamela Fiallo Flor – Panampost.com

Visto en: TierraPura.Org

Es común leer y escuchar que la Edad Media fue «oscurantista». Pero la realidad es que fue en esta época en la que nació la universidad como institución. Su fin era universalizar el conocimiento. En la actualidad, en cambio, las universidades se han vuelto paulatinamente centros de adoctrinamiento y censura, al punto de que una de las más reconocidas lanzó un manual de palabras prohibidas en nombre del progresismo.

La Universidad de Stanford creó la Iniciativa para Eliminar Lenguaje Nocivo. Consiste de «varias fases» que el equipo de líderes en tecnología informática compiló en una lista a lo largo de 18 meses. «Este sitio web contiene lenguaje que es ofensivo o dañino. Comprométase con este sitio web a su propio ritmo», advierte.

El mayor peligro de esta iniciativa es que se expanda. A fin de cuentas, Stanford es el estándar académico en EE. UU. Los Stanford Achievement Tests (SATs) son obligatorios en toda la Unión Americana para todas las edades.

El Wall Street Journal advierte que el objetivo de este manual es «reeducar a los ignorantes». Pues la ideología «progresista» parte de un concepto de superioridad moral. Allí todo lo clásico y tradicional es considerado «retrógrado». Entonces, todo lo que atente contra dichos valores es «progreso». Comenzando por la identidad nacional. En ese sentido, llamarse «americano» está en la cúspide de términos eliminados.

«Americano» debe ser reemplazado por «ciudadano de los EE. UU.”. De lo contrario, se estaría despreciando al resto del continente americano, según su lógica. Si bien esto en parte es cierto, hay otros factores que se deben considerar. En Hispanoamérica se suele usar el gentilicio de «estadounidense» para referirse a las personas de los Estados Unidos de América, pero en inglés no hay un equivalente para esta palabra. Además, se estaría obviando el hecho de que «Estados Unidos» es la denominación del país, no el nombre. Así, por ejemplo, el nombre oficial de México, incluyendo su denominación, es Estados Unidos Mexicanos. Algo similar ocurría en el pasado con Venezuela, que antes de llamarse República Bolivariana de Venezuela y República de Venezuela, por casi un siglo (entre 1864 y 1953) el nombre oficial del país fue Estados Unidos de Venezuela.

«¿Por qué usar una palabra cuando cuatro son suficientes?»

Otra palabra prohibida es «inmigrante». Será reemplazada por «persona que ha inmigrado». A modo de sátira, el WSJ destaca: «¿Por qué usar una palabra cuando cuatro son suficientes?». Esto contradice la esencia misma del inglés, una lengua que se caracteriza por su practicidad y capacidad sintética de reducir los conceptos.

Y va un paso más allá. «Máster» en inglés significa «amo» y también «maestro» o experto. Cuando un alumno domina una materia, se usaba este término. Ya no. Ahora está en la lista de palabras prohibidas. Un estudiante destacado ya no puede «dominar» una materia en Stanford. El nuevo manual de censura acusa que «históricamente, los amos esclavizaban a las personas». Entonces dominar resulta opresor.

Estudiantes de medicina también serán censurados

Esta censura se extiende al plano médico. El «estudio a ciegas» será inadmisible. Esto aplica al tipo de estudio en el que los pacientes y sus médicos no saben qué fármaco o tratamiento se está administrando. Pero no se podrá decir ahora. Pues esta especie de policía de la moral asegura que «perpetúa que la discapacidad es de alguna manera anormal o negativa, fomentando una cultura capacitista». Ahora pasaría a llamarse «estudio enmascarado».

La lucha contra el crimen sería un término opresor y racista

También se censuraría el lenguaje enfocado en la lucha contra el crimen. «Gangbusters» que significa desintegración de bandas criminales, está prohibido. El manual aduce que «invoca la noción de acción policial contra las ‘pandillas’. Y agrega que puede tener matices raciales.

De esta manera, propugna un relativismo moral tal, que la lucha contra el crimen ya no es algo a lo cual se deba aspirar sino que se presenta como algo que refuerza prejuicios, evocando incluso a filósofos como Michel Foucault, que planteaba que los criminales eran en verdad víctimas de la sociedad y los policías ejecutores del sistema opresor.

La población negra quiere más policías, no menos

Estos conceptos refuerzan las luchas de activistas en las calles que claman por la reducción de la policía, a la cual acusan de racista. Lo que no ven es que 81 % de la población negra en EE. UU. quiere más policías, no menos. Pues exige más seguridad en sus calles. Pero la censura de lo políticamente correcto, desde su superioridad moral, no ve las necesidades reales de la gente sino una lucha simbólica para cambiar el pensamiento de la sociedad.

Aunque en teoría el progresismo busca «empoderar» a las comunidades que considera vulnerables, en la práctica las vuelve tan frágiles que las palabras las destrozan. Por eso promueve un lenguaje políticamente correcto.

Ya lo advirtió el filósofo Voltaire: «Quienes te hacen creer cosas absurdas, te harán cometer atrocidades». Pues por el control del pensamiento se empieza.

La fragilidad que propugna el progresismo ha llegado a tal punto que para acceder al manual de Stanford advierte: «Este sitio web contiene lenguaje que es ofensivo o dañino. Comprométase con este sitio web a su propio ritmo».

Las palabras prohibidas ahora tienen un manual con sus alternativas en nombre del progresismo. En lugar de dar a sus alumnos herramientas para salir al mundo, los envuelve en una burbuja tan frágil que hasta las palabras lastiman. Desde allí forjan una generación de una especie de policía moral que se exporta a la sociedad, no para que sea más fuerte y resistente, sino tan débil que se desmorona incluso ante el nombramiento su propio gentilicio.

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