Por reflexiones de un galeno

Los orígenes del sistema de crédito social chino se remontan a 1980, cuando por aquel entonces el gobierno intentó desarrollar un sistema de calificación crediticia bancaria y financiera personal, especialmente para las personas que habitan en zonas rurales y pequeñas empresas carentes de registros legales. Esos fueron realmente los inicios hasta que poco a poco el gobierno chino cambió paulatinamente de objetivo.

En 2009, el programa, ya con tintes puramente sociales, inició pruebas regionales; y en 2011, el primer ministro chino, Wen Jiabao, lo presentó durante una de las reuniones del Consejo de Estado. En 2014, se lanzó un piloto nacional con ocho empresas de calificación crediticia. Sin embargo, no fue hasta 2020 cuando el sistema de crédito social se instauró de manera ininterrumpida.

El gobierno chino ha proclamado como objetivo mejorar la confianza social y regular a las empresas con respecto a cuestiones como la seguridad alimentaria, el robo de propiedad intelectual y el fraude financiero. Sin embargo, existen dos posturas diferenciadas; por un lado, los partidarios que afirman que el sistema ayuda a regular el comportamiento social, a mejorar la «confiabilidad» de los ciudadanos en el seguimiento de actividades como el pago de impuestos y facturas a tiempo, y a promover los valores tradicionales.

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