Las tiernas hojas de la espinaca son, además de ligeras, campeonas en varios minerales y vitaminas: de ahí su gran poder preventivo y regenerador
El poder nutritivo radica en su alto contenido de vitaminas y minerales: 100 gramos de esta verdura aportan dos tercios de las necesidades diarias de vitamina A, la práctica totalidad del ácido fólico, la mitad de la vitamina C y la cuarta parte del magnesio y el hierro que se precisan al día. Además, procura calcio, fósforo, azufre, clorofila, oligoelementos, enzimas y fibra.
Esta combinación de nutrientes resulta eficaz para potenciar la hematopoyesis o formación de sangre, de ahí que sea un reconstituyente idóneo en las anemias. Sus proteínas (2,8%), aunque no sean muy abundantes, son además más completas que en otras hortalizas. El jugo de espinacas ha mostrado su eficacia en estados de convalecencia y para mejorar la anemia, acelerar la reposición de sangre después de operaciones y mitigar hemorragias internas antes de ser intervenidas. También ayuda a regular la digestión y la evacuación intestinal.
La presencia de secretina en la espinaca, una sustancia que acelera y aumenta las secreciones biliares, pancreáticas, del hígado y del intestino. Por vía tópica las espinacas también pueden aliviar algunos problemas de la piel: si está irritada se puede aplicar sobre la zona afectada un ungüento elaborado con las hojas cocidas.
Gran poder preventivo
Ahora bien, el potencial preventivo y terapéutico de la espinaca va más allá. Su consumo habitual ayuda a prevenir ciertas enfermedades y mejorar estados carenciales. Se indica para:
Anemia.
La espinaca aporta 2,71 mg de hierro por cada 100 g, proporción que supera a la de la carne. Aunque el hierro de origen vegetal se absorbe con mayor dificultad que el de origen animal, la vitamina C, procedente tanto de la propia espinaca como de otros alimentos, favorece en parte su asimilación.
Colesterol.
La fibra de la espinaca impide la absorción del colesterol y los ácidos biliares, mientras que sus antioxidantes reducen la oxidación del colesterol LDL y previenen la aterosclerosis.
Problemas digestivos.
Ayuda a depurar el hígado y resulta laxante.
Hipertensión.
Tres cucharadas diarias de jugo de espinacas ayudan a bajar la tensión en personas propensas.
Sobrepeso.
Al ser un alimento muy ligero (22 cal/100 g) y vitamínico resulta muy útil en dietas de adelgazamiento.
Embarazo.
Por su gran contenido en ácido fólico y su poder antianémico, resulta ideal en el embarazo.
Envejecimiento.
Sus antioxidantes –también es rica en vitamina E– protegen la dermis del daño solar y del proceso natural de envejecimiento.
Vista.
La luteína y la zeaxantina ejercen una potente acción antioxidante sobre las células del sistema ocular y previenen la pérdida de agudeza visual por degeneración macular.
El cultivo de la espinaca influye
El correcto abono de los cultivos es esencial para que la espinaca adquiera los nutrientes que la caracterizan. Aportes excesivos de fosfato incrementan la cosecha, pero disminuyen algunas vitaminas, el potasio, el calcio, el magnesio y el azufre. La espinaca de «crecimiento acelerado» resulta, pues, menos nutritiva que la de cultivo ecológico.
Hay que tener en cuenta asimismo que, una vez cocidas, las espinacas conviene comerlas en un plazo de 24 horas, pues a partir de cierto tiempo se pueden generar sustancias nocivas. Existen muchas variedades, que se pueden tomar crudas, hervidas, al vapor, salteada, gratinada, en pizza…
Rosa Guerrero (salud)
Montse Tàpia (cocina)
Visto en: EcoPortal.net
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