Por Jeff Thomas / Internationalman.com
Traducido por el equipo de Sott.net
El ciudadano medio del Primer Mundo recibe más información de la que recibiría si viviera en un país del Segundo o Tercer Mundo. En muchos países la mera idea de una cobertura televisiva de las noticias durante las veinticuatro horas del día sería impensable, y sin embargo muchos occidentales consideran que, sin este aporte constante, estarían lamentablemente desinformados.
No es de extrañar, por tanto, que el habitante medio del Primer Mundo crea que entiende la actualidad mejor que los del resto del mundo. Pero, como en otras cosas, calidad y cantidad no son lo mismo.
El telediario medio cuenta con un comentarista que ofrece «las noticias» o, al menos, la parte de los acontecimientos que la cadena considera digna de ser presentada. Además, se presenta desde el sesgo político de los controladores de la cadena. Pero se nos asegura que la información es «equilibrada», en la parte del programa que presenta un panel de «expertos».
Habitualmente, el panel está formado por el moderador más dos expertos que comparten su sesgo político y un experto que tiene un sesgo opuesto. Todos ellos son pagados por la cadena por sus contribuciones. El moderador formula una pregunta sobre un tema de actualidad y se produce una discusión durante unos minutos. Por lo general, no se llega a ninguna conclusión real: ninguna de las partes acepta a la otra. El moderador pasa entonces a otra pregunta.
Así pues, la cadena ha emitido los temas del día, y hemos recibido una visión equilibrada que puede informar nuestras propias opiniones.
¿O no?
Carencias
En realidad, este tipo de exposición presenta importantes deficiencias:
- El alcance de la cobertura es extremadamente estrecho. Sólo se discuten algunas facetas de cada tema.
- Por lo general, el debate revela muy poca información real y, de hecho, sólo se discuten las posiciones opuestas estándar de liberales y conservadores, lo que implica que el espectador debe elegir una u otra para adoptarla como su opinión propia.
- En un programa de orientación liberal, el único experto conservador del panel es puesto en ridículo por los tres expertos liberales, lo que garantiza la reafirmación de las creencias del espectador liberal (lo contrario ocurre en un programa de noticias conservador).
- Cada faceta del tema que se aborda se repite muchas veces en el curso del día, y se prolonga luego durante tantos días, semanas o meses como el tema siga siendo actual. El «mensaje», pues, se repite prácticamente con la misma frecuencia que un anuncio de una marca de detergente.
Entonces, ¿cuál es el efecto final de estos reportajes? ¿Está el espectador bien informado?
En realidad, en absoluto. Lo que se ha hecho es un buen adoctrinamiento.
Un liberal se inclinará por ver regularmente un canal de noticias liberal, lo que resultará en la continua reafirmación de sus puntos de vista liberales. Un conservador, a su vez, verá regularmente un canal de noticias conservador, lo que resultará en la continua reafirmación de sus opiniones conservadoras.
Muchos espectadores estarán de acuerdo en que esto es así, pero no reconocerán que, esencialmente, están siendo simplemente programados para absorber información. En el camino, su inclinación a cuestionar y pensar por sí mismos está siendo mermada.
Posibilidades alternativas
La prueba de ello es que aquellos que han sido programados, tienden a reaccionar con ira cuando se encuentran con un Nigel Farage o un Ron Paul, que bien podrían desafiarlos a considerar una tercera opción: una interpretación más allá de las estrechas visiones conservadoras y liberales de los acontecimientos. En realidad, en cualquier tema existe un amplio campo de posibilidades alternativas.
En cambio, no es raro que la gente de fuera del Primer Mundo tenga mejores instintos cuando se encuentra con una noticia. Si no reciben la BBC, Fox News o la CNN, es probable que, al enterarse de un acontecimiento político, piensen por su cuenta lo que significa para ellos.
Como no están preprogramados para seguir una u otra línea de razonamiento, están abiertos a una amplia gama de posibilidades. Cada individuo, basándose en su experiencia personal, es probable que saque una conclusión diferente y, a través del discurso con otros, es probable que siga actualizando su opinión cada vez que reciba un nuevo punto de vista.
En consecuencia, no es raro que quienes no están «enchufados» sean no sólo más abiertos de mente, sino más imaginativos en sus consideraciones, incluso cuando están menos formados y menos «informados» que los del Primer Mundo.
Aunque los que no reciben el bombardeo regular que es la norma en el Primer Mundo no son más inteligentes que sus homólogos europeos o estadounidenses, sus opiniones son más a menudo el resultado de un razonamiento personal objetivo y de sentido común, y suelen ser más perspicaces.
Los habitantes de los países del Primer Mundo suelen señalar con orgullo la avanzada tecnología que les permite un mayor volumen de noticias que el que recibe habitualmente el resto del mundo.
Además, es probable que se enorgullezcan de creer que los dos puntos de vista opuestos que se presentan indican que viven en un país «libre», donde se fomenta la disidencia.
Desgraciadamente, lo que se fomenta es una de las dos opiniones: la liberal o la conservadora. Los demás puntos de vista son desalentados.
El punto de vista liberal defiende que es necesario un gobierno liberal poderoso para controlar la codicia de los capitalistas, gravándolos y regulándolos tanto como sea posible para limitar su capacidad de victimizar a las clases más pobres.
El punto de vista conservador defiende que es necesario un poderoso gobierno conservador para controlar a los liberales, que amenazan con crear el caos y el colapso moral a través de esfuerzos como los derechos de los homosexuales, la legalización del aborto, etc.
Lo que estos dos conceptos dogmáticos tienen en común es que se necesita un gobierno poderoso.
Por lo tanto, cada grupo busca el aumento del poder de su grupo de legisladores para dominar al grupo contrario. Esto garantiza que, independientemente de que el gobierno actual esté dominado por liberales o conservadores, la única certeza será que el gobierno será poderoso.
Visto así, si el espectador de televisión pulsara el mando a distancia de forma regular para pasar del canal liberal al conservador, empezaría a ver una gran similitud entre ambos.
Es fácil para cualquier espectador cuestionar al grupo de la oposición, considerarlo poco sincero, portador de información falsa. Es mucho más difícil cuestionar a los expertos que están en nuestro propio «equipo», preguntarnos si ellos también son falsos.
Esto es especialmente difícil cuando son tres contra uno, cuando tres comentaristas comparten nuestra opinión política y todos dicen lo mismo al extraño del panel. En tal situación, la tarea más difícil es cuestionar a nuestro propio equipo, que claramente está consiguiendo derrotar al extraño.
Evolución del adoctrinamiento
En épocas pasadas, los reyes de antaño decían a sus súbditos lo que debían creer y estos aceptaban o rechazaban la información recibida. Se basaban en su propia experiencia y capacidad de razonamiento para informarse.
Más tarde, evolucionó un método mejor: el uso de los medios de comunicación para adoctrinar a la población con propaganda generada por el gobierno (pensemos en Josef Goebbels o el tío Joe Stalin).
Hoy en día, existe un método mucho más eficaz, que conserva la repetición de este último método pero ayuda a eliminar el campo abierto de puntos de vista alternativos. Lo hace proporcionando una elección entre el «punto de vista A» y el «punto de vista B».
En una democracia, siempre hay un «A» y un «B». Esta ilusión de elección es infinitamente más eficaz para ayudar a la población a creer que ha podido elegir a sus líderes y sus puntos de vista.
En el método moderno, al votar, independientemente de la elección que haga el individuo, está votando a un gobierno todopoderoso (que se llame a sí mismo conservador o liberal es incidental).
Igualmente, a través de los medios modernos, cuando el espectador absorbe lo que se le presenta como discurso, independientemente de que elija el punto de vista A o el B, está respaldando a un gobierno todopoderoso.
Dos soluciones
Una solución para evitar que nos laven el cerebro los mensajes dogmáticos de los medios de comunicación es simplemente evitar ver las noticias. Pero esto es difícil de hacer, ya que nuestros allegados y vecinos lo están viendo todos los días y querrán discutir con nosotros lo que les han enseñado.
La otra opción es cuestionarlo todo.
Considerar que el acontecimiento del que se habla no sólo puede estar siendo informado falsamente, sino que el mensaje que proporcionan los expertos puede estar conscientemente planificado para nuestro consumo.
Esto es difícil de hacer al principio, pero con el tiempo puede convertirse en un hábito. Si es así, la probabilidad de que el poder nos lleve al huerto puede disminuir en gran medida. En realidad, en cualquier tema existe un amplio campo de posibilidades alternativas.
Desarrollar tu propio punto de vista puede, en los próximos años, ser vital para tu bienestar.
Deja una respuesta