¿Donde Está La Paz?

Escrito por Félix Román Negrín Rodríguez para Buscando La Verdad

La paz tan añorada tantas veces buscada por todos los organismos, por tanta y tanta gente. Invito a una reflexión, a un viaje mental y espiritual imaginando cómo lo haría un extraterrestre de corazón puro en calidad de observador de la Tierra… ¿qué veria en nuestro mundo?

Hambre, desigualdades extremas, enfermedades, sufrimientos, necesidades, odio, venganza, violencia contra los tres reinos de la naturaleza, contra la mujer, manipulación genética, mataderos de animales, trasplantes de órganos, y muchas, muchas cosas más.

Y como telón de fondo el estruendo de los cañones de guerra, los gritos de los heridos, viudas y huérfanos, los campos de refugiados, y la desesperación de los que buscan refugio sin encontrarlo, y tantas cosas en marcha, tantas en diferentes continentes.

Y dominando el conjunto una atmósfera sucia y empobreciéndose de oxígeno a medida que se queman y talan bosques, un planeta cada vez más estéril, unas aguas contaminadas por diversos venenos químicos. Sin olvidar la contaminación general que provocan las guerras continuas y los desechos nucleares.

El observador extraterrestre se haría muchas preguntas al respecto sin salir de su asombro. ¿Pues acaso no se llaman entre sí “civilizados” los autores de semejantes tropelías?. ¿No se han predicado durante milenios las enseñanzas de Jesús el Cristo, el Príncipe de la Paz; a tal punto a la “civilización” occidental se autoproclama cristiana?.

Y el observador extraterrestre que es cristiano, y practica como tal las enseñanzas del Sermón de la Montaña, no se explica por qué esta supuesta civilización se llama “cristiana” y no otra cosa como por ejemplo apocalíptica, título que sería piensa el más apropiado.

El observador extraterrestre que procede de un planeta pacífico, donde se respetan las leyes del Creador del Universo se pregunta por el origen de todo este desastre y busca en las televisiones que ofrecen continuos informativos esperando encontrar en ellos alguna pista. ¿Y qué ve en las pantallas?.

Busca inútilmente remedios para todo eso que observa, y no halla ni uno para la armonía y la paz. Muy al contrario, ve gobernantes que hablan de paz, pero se preparan para la próxima guerra, invirtiendo ingentes cantidades de riquezas en investigación militar y armamento. Ve como todos los pueblos del planeta sufren a diario privaciones, enfermedades y necesidades.

Todo esto, piensa el visitante de otro mundo debería ser denunciado en todos los medios y en todas las esferas, pero no encuentra en ellos crítica

alguna le asombra que, lejos de eso; los responsables de la miseria y muerte de millones de sus semejantes sean aplaudidos en actos oficiales y desfiles militares, y exhibidos públicamente como si se tratara de hombres de bien en quienes confiar.

Tiene tal predicamento “ambiental” la violencia en las conciencias dormidas, que no encuentra resistencia cuando le son ofrecidos a los televidentes toda clase de noticias de guerras, y horrores en cualquier lugar del mundo y apenas sí importa que sean sus promotores alguno de esos ministros que acaban de sonreír ante las cámaras defendiendo los derechos humanos con el mayor cinismo, piensa el visitante.

Tiene tal predicamento “ambiental” la violencia en las conciencias dormidas, que no bastando con lo que ofrecen los telediarios, las pantallas se llenan de guerras de ficción, de violentos combates a muerte entre enemigos irreconciliables, entre personajes abominales que matan en nombre de la ley – dicen- y aparecen como los “buenos” aunque ignoren las leyes divinas al mismo nivel que los “malos” sus enemigos a quienes se esfuerzan en exterminar… en cambio los amantes de la paz, los que claman pacíficamente en las plazas públicas por la justicia, los que defienden a enfermos y desahuciados, a marginados sociales, o reclaman su derecho a la libertad, al pan, al trabajo, o a un planeta limpio y saludable donde también se respete la vida animal son maltratados de múltiples maneras por los que dicen defender la ley, pero actúan en contra de ella. -Piensa el visitante- “trata a los demás, como quieres que te traten a ti”, y no “hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti”.

¿Es tan difícil de entender algo tan sencillo?. Se pregunta extrañado, todavía a un más increíble le resulta al observador atento la existencia de millones de personas en las llamadas “Iglesias Cristianas” pero que para su sorpresa, son indiferentes al estado del mundo en que viven. Hablan de guerras justas, apoyan y forman parte de los estamentos privilegiados de poder y fortuna, establecen jerarquías de conciencia entre personas.

Viven principescamente de sus impuestos, dividen y atan a sus seguidores por el miedo a un Infierno tan inexistente como eficaz para sus propósitos. ¿Acaso ignoran la Regla de Oro de la conciencia recta: “lo que quieras que te hagan a ti, hazlo tú primero a otros”?.

El visitante extraterrestre no sale de su asombro. ¿Dónde se halla el espíritu del amor, donde la renuncia a lo mundano, donde el espíritu igualitario y pacífico del Cristianismo¿. ¿Dónde el sentimiento de justicia que Jesús vino a explicarnos?. ¿Qué clase de locura ha tomado cuerpo en este Planeta que hasta los que dicen seguir a Cristo atúan contra los principios de su Maestro?.

Lentamente el visitante se encamina hacia su mundo altamente preocupado por el porvenir de éste. Y aunque conoce la profecía de Cristo sobre su Futuro Reino de paz en esta Tierra, tampoco ignora lo que aún tendrán que sufrir miles de millones de seres humanos antes de que esto suceda, mientras se desvanece en la atmósfera deseando que los sentimientos de paz, amor, y armonía penetren urgentemente en el corazón de la humanidad.

Por eso es que hoy más que nunca necesitamos la paz, la convivencia, el espíritu de conciencia, los valores que el ser humano tienen por definición y conciencia. La paz debe ser buscada entre todos, y en el fondo de nuestros corazones.

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