Legendary Pictures

Por RT

Los investigadores afirman que sirve para entender los modelos climáticos.

Investigadores de la Universidad de Bristol han elaborado un modelo climático de Arrakis, el planeta en el que se desarrolla la novela y películas de ‘Dune’ (‘Duna’), demostrando que la descripción del escritor Frank Herbert sobre la vida en ese mundo desértico era sorprendentemente acertada, aunque con algunas diferencias.

El equipo británico, experto en modelización climática, quería saber cómo podría funcionar realmente un planeta como Arrakis y si los seres humanos podrían vivir allí. Por ello, realizaron una simulación para averiguarlo.

El modelo resultante, en su mayor parte, cumplió las expectativas: «Arrakis sería realmente habitable, aunque inhóspito»escriben los científicos en un artículo publicado la semana pasada en The Conversation.

«Decidimos mantener las mismas leyes físicas fundamentales que rigen el tiempo y el clima aquí en la Tierra», explicaron. «Si nuestro modelo presentara algo completamente extraño y exótico, esto podría sugerir que esas leyes eran diferentes en Arrakis, o que la visión fantástica de Arrakis de Frank Herbert era solo eso, fantasía».

Simulación de un mundo de fantasía

Herbert indicó que el planeta desértico tiene una órbita casi circular, en lugar de estaciones complicadas por las grandes variaciones en las distancias a su estrella. Esto, combinado con las numerosas descripciones de su topografía y atmósfera, detalladas en los 6 libros de Herbert y en las secuelas escritas por su hijo, proporcionó a los investigadores información suficiente para alimentar el modelo.

En cuanto al oxígeno de Arrakis, tenía que permanecer en el ámbito de la ciencia ficción. Sin vegetación, el oxígeno de ‘Dune’ lo aportan los gigantescos gusanos de arena, como decía Herbert en su libro.

Las regiones polares de Arrakis se describen como más confortables que otras zonas, pero las simulaciones contaban una historia diferente. La descripción de Herbert de un mundo con un ecuador abrasador y refugios del calor en los polos tiene sentido, pero el modelo demostró que las cosas no funcionan así.

Sin el efecto moderador de los océanos, las regiones polares de Arrakis serían intolerables, oscilando entre temperaturas de 70º C en verano y -75º C en invierno, no muy lejos del récord antártico. Los trópicos, en cambio, serían agradables en invierno y alcanzarían los 45º C en verano, un calor sofocante, pero resistible.

Los autores explican que la razón de este fenómeno es «una humedad atmosférica significativamente mayor y una alta cobertura de nubes que actúa para calentar el clima», ya que el vapor de agua es un gas de efecto invernadero.

Un mundo caliente pero habitable

No está claro si en estas condiciones podrían sobrevivir los gusanos de arena gigantes, pero una especie con una tolerancia térmica similar a la humana podría vivir con dificultad en los trópicos de un mundo así. Sin embargo, las latitudes medias, donde Herbert situó a la mayoría de los habitantes, matarían a cualquiera que se aventurara a salir al exterior en verano.

En los libros, Arrakis es descrito como un mundo sin lluvia, pero en el modelo, había algunas pequeñas cantidades de lluvia en las latitudes más altas durante el verano y el otoño, en las montañas y las mesetas. El libro también describe los casquetes polares, una característica que está ausente en la simulación: esto se debe a que las temperaturas de verano son muy altas en los polos y no hay precipitaciones en invierno para reponer los casquetes.

Para los investigadores es sorprendente también que las grandes tormentas ‘coriolis’, que se dice que circunnavegan el planeta, «pueden ser en cierto modo una realidad también», aunque no tan poderosas como las que describen los libros o las películas.

Este ejercicio fue realizado por diversión, sin embargo, señalan que todo esto tiene un lado serio, ya que las simulaciones ponen a prueba nuestra comprensión de la física del clima. Los científicos también pueden utilizar las simulaciones para «entender los modelos climáticos, no solo para observar el clima pasado, presente y futuro, sino también el clima potencial de mundos fuera de nuestro sistema solar», agregaron.

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