Por Jean Goychman
Aquí es donde entró en juego el concepto de Brzezinski que propuso tittytainment, una mezcla de nutrición física y psicológica que calmaría a las masas y controlaría sus predecibles frustraciones y protestas.
En 1995, en el Hotel Fairmont de San Francisco, se llevó a cabo una conferencia que reunió a más de quinientos participantes, entre todos los destacados en la élite política, financiera y mediática de la época. Más conocida hoy como la “Conferencia de los Ocho Décimos”, su tema fue la empleabilidad de la clase productiva global en 2050.
Después de tres días de intensa reflexión, esta asamblea había estimado que solo el 20% de las personas que componían esta clase productiva aún tendría trabajo a mediados del siglo XXI.
La pregunta de doble filo
Zgignew Brzezinski, quien tenía un agudo sentido de la oportunidad, fue el relator del trabajo de los talleres en esta conferencia. Miembro destacado del deep state, asesor especial de Jimmy Carter en la Casa Blanca, miembro de la Comisión Trilateral y partidario incondicional de la globalización bajo el dominio estadounidense, había previsto que la cuestión que suscitaría la lectura de las conclusiones no no se preocupen por aquellos que aún tendrían un trabajo, sino por el destino de aquellos que ya no lo tendrán.
Para responder a esto, Brzezinski inventó un neologismo: «Tittytainment» frente a la mirada inquisitiva de la audiencia, descifró el término que provenía de una contracción de otras dos palabras que eran «tits», una palabra del argot estadounidense que designa el pecho materno y «d’entertainment» que significa distracciones.
Jean Claude Michéa da su punto de vista sobre la cuestión:
Tittytainment es un acrónimo de un subsistema que se apoya o incluso se implementa para inhibir la crítica política entre los que quedan atrás por el liberalismo y la globalización. En particular, pasa por la omnipresencia del entretenimiento adormecedor y la satisfacción suficiente de las necesidades humanas primarias. No debe confundirse con propaganda y se acerca más a la expresión romana Panem et circenses.
La palabra tittytainment fue utilizada por el demócrata Zbigniew Brzezinski, miembro de la Comisión Trilateral y exasesor del presidente estadounidense Jimmy Carter, durante la conclusión del primer Foro del Estado del Mundo, que se llevó a cabo del 27 de septiembre al 1 de octubre de 1995 en la Hotel Fairmont en San Francisco.
El objetivo de la reunión fue determinar el estado del mundo, sugerir objetivos deseables, proponer principios de actuación para alcanzarlos y establecer políticas globales para lograr su implementación. Los 500 destacados políticos, líderes económicos y científicos reunidos (incluidos Mikhail Gorbachev, George Bush padre, Margaret Thatcher, Václav Havel, Bill Gates, Ted Turner, etc.) llegaron a la conclusión de que «en el siglo que viene, dos décimas de la población activa sería suficiente para mantener la actividad de la economía mundial”.
Surgiría entonces el problema de cómo gobernar el 80% de la población restante, superflua en la lógica liberal, sin trabajo ni oportunidades de ningún tipo, lo que alimentará una creciente frustración.
Aquí es donde entró en juego el concepto de Brzezinski. Brzezinski propuso tittytainment , una mezcla de nutrición física y psicológica que calmaría a las masas y controlaría sus predecibles frustraciones y protestas. El mismo Brzezinski explica el origen del término tittytainment, como una combinación de las palabras inglesas “tit” (“pecho” en inglés) o “titillate” (“bromear para excitar suavemente” en inglés) y “entretenimiento”. La connotación sexual está menos presente que la alusión al efecto somnoliento y letárgico que produce la lactancia materna en el bebé cuando bebe”.
Es difícil no establecer un vínculo entre estas declaraciones y lo que ofrecen a los telespectadores diversas cadenas de televisión, y en especial las especializadas en «información continua».
Ocupar la mente de las personas para hacerlas dóciles
Nacidos en los años 80 en Estados Unidos, estos canales aparecieron en nuestras pantallas unos años más tarde, dignos herederos de Europa 1 radio, que se había distinguido por informar en tiempo real de las manifestaciones de Mayo del 68 para dar un gran lugar para vivir, y esto tiene el corolario de crear de alguna manera un monopolio del evento, porque el espectador tendrá la impresión de que el evento en cuestión por sí solo representa todas las noticias y que nada más sucede en el ancho mundo.
Esta “polarización” asegura una especie de adicción que sumerge a la persona detrás de la pantalla en una especie de túnel y toda su atención se centra en lo que se le presenta, borrando todo lo demás. Actualmente, el evento objetivo es la copa mundial de fútbol. Durante quince días, se nos hace vivir al ritmo de los encuentros, con una intensidad que va in crescendo hasta el encuentro final, como si el futuro de los pueblos y de las naciones fuera a estar ligado al resultado.
Prácticamente, todos los demás eventos se borran y nuestra mente se satura de lo que, al fin y al cabo, es sólo un encuentro deportivo entre dos equipos y cuya victoria de uno sobre el otro dependerá únicamente de que un balón entre o no en este mítico espacio. cerrado por una red cruzando una línea materializada por una línea blanca.
¿Y para qué futuro?
La práctica del fútbol para los que lo aman es bastante respetable, pero mucho menos su conversión en un espectáculo multimillonario. Usarlo para convertirlo en una herramienta de influencia y control sobre la gente es mucho menos.
Ya no estamos en la realidad, sino en una acción de manipulación y captura de mentes que consiste en hacerles creer que existe una especie de analogía entre un equipo deportivo defendiendo sus colores y una especie de ejército nacional que saldría glorioso de la victoria. o lastimosamente en la derrota.
Ahora debemos temer las oleadas de multitudes que expresarían así su alegría o su ira. Tal vez sea hora de pensar en ello y devolver las cosas a sus proporciones adecuadas.
Si de esto depende el futuro de las tres cuartas partes de la humanidad, no parece imprescindible gastar tanto dinero en educarlos y formarlos, en la medida en que sólo tendrán que saber utilizar un mando a distancia para cambiar el canal. Pero, ¿acaso nuestro sistema educativo ya lo ha anticipado?
Pronosticar que dentro de unas décadas gran parte de la humanidad ya no tendrá la función social de ver los partidos por televisión sentado en un sofá justifica plenamente intentar buscarle un futuro diferente y más gratificante.
Si no es así, habremos dado un gran paso hacia “el mundo feliz”.
https://lecourrierdesstrateges.fr/2022/12/15/coupe-du-monde-ou-du-mondialisme-par-jean-goychman/
Visto en: Ejército Remanente
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