Por DW Documental

Este reportaje investiga el empleo de pesticidas. Muchos plaguicidas prohibidos en Europa son exportados a otros países donde su uso, a pesar de sus efectos nocivos, está permitido. Uno de los mayores receptores es Brasil.

Desde allí, la huella tóxica regresa a Europa en las naranjas, el café y la soja. Nada se hace en contra de ello. ¿Por qué permite la UE la lucrativa exportación a países emergentes de pesticidas prohibidos en Europa?

Este reportaje va hasta la raíz de un circuito económico poco explorado. Alemania, que cada vez rechaza más las sustancias contaminantes, sigue siendo el mayor importador de café brasileño con residuos de plaguicidas. En toda Europa, se bebe jugo de naranja extraído de frutos fuertemente contaminadas del Brasil.

Y quienes trabajan con plaguicidas en Sudamérica lo pagan con su salud. Los jefes de Estado europeos se deshacen en críticas a Brasil por los incendios en el Amazonas, pero se guardan muy bien de decir algo contra los negocios que tienen allí sus consorcios químicos.

Más de la mitad de los pesticidas que llegaron recientemente al mercado brasileño están prohibidos en la UE por su peligrosidad para la salud y el ambiente. Productos fabricados, y a la vez prohibidos en Europa, encuentran consumidores en el hemisferio austral. Según la ONG suiza Public Eye, las empresas productoras europeas obtienen casi la mitad de su facturación con herbicidas vendidos a países emergentes y en vías de desarrollo.

El reportaje muestra que la política europea casi no se ocupa del tema. En las fronteras apenas se controla, la legislación acepta los restos químicos en los alimentos y los actores económicos se esfuerzan sobre todo por conservar su propio estatus.

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