Por Mar Mounier
Visto en: Kontrainfo
Muchos lectores recordarán que el 2012 fue un año caracterizado por las llamadas ‘teorías conspirativas’ que anunciaban un ‘fin del mundo’ exactamente para el 12 de diciembre. ¿Recuerdan cómo se ponía a mano de hasta el calendario maya para explicar que el mundo iba a entrar en un proceso de degradación y decadencia acelerada? Para los mas perspicaces en el análisis, el Nuevo Orden Mundial a través de su histórico manejo de la desinformación en los bandos que domina y que ha pergeñado bulos a través de la historia, lo que hacía diligentemente era anunciar una nueva fase en su plan de reordenamiento global a nivel político, financiero, cultural y social.
¡Cómo no recordar que desde el mes de Enero del 2012 distintos agoreros y charlatanes hablaban de platillos voladores, terremotos, pestes y demás tragedias que acabarían con todos los seres humanos! Otros, los mas ‘positivos creyentes’ del New Age nos hablaban de extraterrestres salvando a la humanidad el día señalado.
Pero fue en el mes de julio, exactamente la tarde del 27 en la inauguración de la Olimpiadas de Londres, que ante un inocente público expectante, el globalismo revelaba lo que lo que en realidad era una “Nueva Etapa” para la humanidad.
De este modo, un roble, simbolizando al ‘árbol de la vida’ desde donde salían cientos de seres humanos casi catatónicos y perdidos, empezaba la puesta en escena. ¿Cómo no olvidar tampoco a la entidad gigante de túnica negra con una vara mágica, contemplando en risa siniestra las camas de hospital de cientos de niños indefensos, en el centro del estrado? “Es solo arte”. Claro. Es a través de este que nos ‘alertan’ sobre el futuro… que ellos diseñan y implementan.
Meses después llegaba el 12 de diciembre, con su “Super Luna Nueva”. Era importante anunciar el fin de un periodo y el comienzo de otro para la historia humana. Y había que ‘comunicarlo’ en la revista encargada para esos menesteres.
“The Economist”: el semanario de uso para presentar de forma encriptada y haciendo uso de un humor perverso, sus proyectos ante el mundo. ‘The Economist’ mostraba entonces en su carátula una imagen apocalíptica e infernal. La nombraba “A rough guide to hell” (“Guia aproximada para el infierno”).
Esta presentaba coronando la página a un terrorista de Hamas enfrentando a Netanyahu en paracaídas, siendo conducidos ambos por demonios ‘de la túnica roja’ para detonar bombas. Justo debajo se aprecia un camión con la leyenda “prensa británica” alimentando la lava del infierno. Al fondo en la parte superior izquierda aparece casi imperceptible el parlamento británico desde donde se ¿apreciaría? el Hades provocado.
Luego, debajo están los líderes mundiales de ese momento, unos absorbidos por la lava, otros acercándose a esta. Todos esos líderes siempre reemplazables. El Tío Sam en medio de la imagen, yace ebrio, mientras un demonio lo ahoga en más petróleo.
Al lado derecho, alguien que parece mucho a Karl Schwab va dentro de un vagón de carbón, lo que indicaría que su única intención (conocida por quienes lo manejan) sería la avaricia, al igual que a empresarios y banqueros. El antiguo edificio del Partenón de Grecia (que representaría a occidente) yace desolado en el lado superior derecho. En la parte central, Wall Street y el Capitolio aparecen destruidos.
El presidente de Rusia para ese entonces, Medvédev, escoltado por unos demonios impacientes, aparece sentado listo para obedecer la orden de apretar el botón rojo, en cualquier momento. En la parte inferior izquierda, China mantiene el carbón infernal, mientras en el opuesto inferior izquierdo, demonios atrincherados utilizan las redes sociales en donde crean los humos a través de los espejos.
Todo esto, observado por Satán, con la portada de “The Economist” en una mano y su tridente en el otro (algunos lo interpretan como el control de las tres religiones), quien mientras parece contemplar que todo el plan funcione a la perfección y, utilizando sus siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), mantiene la máquina del control mundial en la fase “cambio climático” con sus palancas preparadas.
¿Alguien con una pizca de sentido común y observando la coyuntura actual al 17 de Octubre del 2023, puede decir que cada imagen de esa portada del lejano 2012, o el teatro montado en los juegos olímpicos meses antes, fueron adivinados con un bola de cristal?
Saque Ud. estimado lector, sus propias conclusiones.
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