A medida que muchos países están haciendo obligatoria la «vacuna» contra el COVID-19, es cada vez más importante comprender cuál es el mecanismo de estas inyecciones. Las «vacunas» de ARNm creadas por Moderna y Pfizer son intrusiones en el genoma.
Como explicaré a continuación, esto es un hecho incontestable, y los fabricantes de medicamentos y los funcionarios de salud pública deben admitirlo. ¿Por qué? Porque eso lo cambia todo. No pueden imponer una terapia génica contra el Covid, ni obligar a poblaciones enteras a someterse a una terapia génica para una enfermedad que no tienen y que tal vez nunca tendrán.
Cabe destacar que los principales medios de comunicación, los verificadores de información y varios grupos industriales insisten en que la afirmación de la terapia génica es falsa, a pesar de que cada detalle sobre las vacunas dice lo contrario. ¿Por qué difunden esta desinformación? ¿Por qué no quieren que se sepa cuál es la verdad de estas inyecciones?
Saben que etiquetarlas como «terapias génicas» sería como ponerles una etiqueta de calavera y tibias cruzadas. La mayoría de las personas tienen suficiente sentido común para comprender que la terapia génica es diferente a una vacuna regular y podría ser una mala idea, en especial para los niños y las personas más jóvenes.
Las «vacunas» de ARNm no cumplen ninguno de los criterios para ser consideradas una vacuna
Para empezar, analicemos algunas definiciones básicas. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, una vacuna es:
«Un producto que estimula el sistema inmunológico para producir inmunidad y proteger a esa persona de alguna enfermedad específica».
La inmunidad, a su vez, se define como:
«Protección contra una enfermedad infecciosa», que significa que «si es inmune a una enfermedad, puede exponerse a ella sin correr el riesgo de infectarse».
Esa es la definición médica. La definición legal, en los pocos casos en los que se ha detallado, también es clara:
Código de Iowa: «Vacuna significa un antígeno preparado de forma especial que se administra a una persona con el fin de proporcionar inmunidad».
Código del estado de Washington: «Vacuna significa una preparación de un microorganismo vivo muerto o atenuado, o una fracción del mismo.» El estatuto también especifica que una vacuna «al ser inmunizada estimula la inmunidad que nos protege de las enfermedades».
Estas definiciones, tanto médicas como legales, presentan problemas para las «vacunas» de ARNm, ya que:
Las inyecciones de ARNm no transmiten inmunidad. Moderna y Pfizer admiten que sus ensayos clínicos ni siquiera analizan la inmunidad. Como tales, no cumplen con la definición médica y legal de una vacuna.
No impiden la transmisibilidad del SARS-CoV-2. Como tales, no cumplen con la definición médica y legal de una vacuna.
Los diccionarios pretenden reescribir los términos médicos
No debemos dejarnos engañar por los intentos de condicionar al público para aceptar términos redefinidos. En febrero del 2019, Merriam-Webster definió el término «Vacuna» como «un preparado de microorganismos muertos, organismos vivos atenuados u organismos vivos totalmente virulentos que se administra para producir o aumentar de forma artificial la inmunidad a una enfermedad en particular». Para el 26 de febrero del 2021, actualizaron la definición de «vacuna» a:
«Un preparado que se administra (por inyección) para estimular la respuesta inmune del cuerpo contra una enfermedad infecciosa específica:
a: un preparado antigénico de un agente patógeno típicamente inactivo o atenuado (como una bacteria o un virus) o uno de sus componentes o productos (como una proteína o una toxina).
b: un preparado de material genético (como una hebra de ARN mensajero sintetizado) que utiliza las células del cuerpo para producir una sustancia antigénica (como un fragmento de proteína de espiga viral)».
Seamos claros. Merriam-Webster no determina los términos médicos. Sin embargo, se puede utilizar para confundir a las personas. Por ahora, todos los diccionarios médicos siguen con la definición tradicional de vacuna, como lo hizo Merriam-Webster hasta este año. Dicho esto, no me sorprendería que también se hicieran cambios allí, si en algún momento se permite que se mantenga la falta de información sobre las vacunas de ARNm contra el COVID-19.
La terapia de ARNm no cumple con la normativa de medidas de salud pública
También existe la cuestión de si una terapia génica puede ser obligatoria, y esto podría depender de que se acepte como vacuna. La decisión de la Corte Suprema de 1905 en el caso de Jacobson v. Massachusetts estableció que el beneficio común reemplaza al beneficio individual.
Dado que las terapias de ARNm no inmunizan a la persona ni impiden la transmisión del virus, no las pueden calificar como una medida de salud pública capaz de proporcionar un beneficio común que reemplaza el riesgo individual y, por lo tanto, no pueden ser obligatorias.
Dicho de otra manera, la decisión argumenta (aunque los expertos legales difieren en algunos de los detalles más refinados de su interpretación) que es aceptable que algunas personas sean perjudicadas por una directiva de salud pública siempre y cuando se obtenga un beneficio común. Sin embargo, si la vacuna es una medida de salud pública destinada a proteger y beneficiar a muchas personas, entonces debería lograr dos cosas:
1. Asegurar que la persona que la reciba sea inmune a la enfermedad.
2. Impedir que la persona que recibió la vacuna propague la enfermedad a otras personas.
Ahora volvemos al problema original de que las terapias de ARNm para el COVID-19 no logran ninguna de estas cosas. Dado que estas terapias génicas no inmunizan a la persona, ni impiden la transmisión del virus, no pueden calificarse como una medida de salud pública capaz de proporcionar un beneficio común que reemplaza el riesgo individual.
Por el contrario, la única persona que se beneficia de una «vacuna» de ARNm es quien recibe la terapia génica, ya que solo está diseñada para disminuir los síntomas clínicos relacionados con la proteína Spike S-1.
En otras palabras, no evitarán que se enferme de SARS-CoV-2; se supone que solo disminuyen los síntomas de la infección si se infecta. Entonces, el hecho de aplicarse la vacuna no protege a nadie más que a usted mismo. Dado que usted es el único que obtendrá un beneficio (síntomas de COVID-19 menos graves tras la infección), la justificación para aceptar los riesgos de la terapia «por el bien común» de su comunidad es algo irracional.
Promocionar la terapia de ARNm como vacuna infringe la ley federal
Debido a que las «vacunas» de ARNm no cumplen con la definición médica y legal de una vacuna, referirse a ellas como vacunas y comercializarlas como tales es una práctica engañosa que viola el Código 15, Sección 41 De la Ley de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos.
La falta de ensayos en humanos también pone a estos productos de ARNm en desacuerdo con la Sección 41 del Código 15 de los Estados Unidos. De acuerdo con esta ley, es ilegal anunciar «que un producto o servicio puede prevenir, tratar o curar enfermedades humanas a menos que posea evidencia científica competente y confiable, incluyendo, cuando corresponda, estudios clínicos en humanos bien controlados, que demuestren que las afirmaciones son ciertas en ese momento».
Aquí está el problema: el punto final principal en los ensayos de la «vacuna» contra el COVID-19, no es un punto final del ensayo de la vacuna real, ya que los puntos finales del ensayo de la vacuna tienen que ver con la inmunidad y la reducción de la transmisión. Ninguno de esos se midió.
Además, los puntos finales secundarios en el ensayo de Moderna incluyen prevenir las complicaciones del COVID-19 (definidas como necesidad de hospitalización) y la infección por SARS-CoV-2, independientemente de los síntomas. Sin embargo, Moderna no analizó la tasa de infección y afirmó que era «poco práctico» hacerlo.
Eso significa que no hay evidencia de que esta terapia génica tenga un impacto en la infección, ya sea para bien o para mal. Y, si no tiene evidencia, no puede cumplir con el requisito del Código de Estados Unidos que establece que debe tener «evidencia científica competente y confiable que demuestre que las afirmaciones son ciertas».
Para empeorar las cosas, tanto Pfizer como Moderna ahora eliminan sus grupos de control al ofrecer la vacuna real a todos y cada uno de los receptores de placebo que la deseen. Se supone que los estudios durarán dos años, pero, al eliminar el grupo de control, será casi imposible determinar la efectividad y los riesgos.
¿Qué hace la terapia génica de las vacunas contra el COVID-19?
Ahora pasemos a la definición de «terapia génica». Como se detalla en la página de MedlinePlus.gov, titulada «What Is Gene Therapy»:
«La terapia génica es una técnica experimental que utiliza genes para tratar o prevenir enfermedades. Los investigadores analizan varios enfoques de la terapia génica, que incluyen introducir un nuevo gen en el cuerpo para ayudar a combatir una enfermedad.
Aunque la terapia génica es una opción prometedora para tratar varias enfermedades (incluyendo los trastornos hereditarios, algunos tipos de cáncer y ciertas infecciones virales), la técnica todavía es arriesgada y se siguen realizando estudios para garantizar su seguridad y eficacia. Actualmente, la terapia génica solo se prueba para enfermedades incurables».
Aquí vale la pena señalar que existen muchos tratamientos que han demostrado ser muy efectivos contra el COVID-19, por lo que no debe calificarse como una enfermedad incurable. Tiene sentido que la terapia génica se restrinja a las enfermedades incurables, ya que es el único caso en el que se justifica tomar riesgos drásticos. Dicho esto, así es como la Administración de Alimentos y Medicamentos define la terapia génica:
«La terapia génica humana busca modificar o manipular la expresión de un gen o alterar las propiedades biológicas de las células vivas para uso terapéutico. La terapia génica es una técnica que modifica los genes de una persona para tratar o curar una enfermedad. Las terapias génicas pueden funcionar a través de varios mecanismos:
– Reemplazar un gen que causa una enfermedad por una copia sana del gen
– Inactivar un gen que causa una enfermedad y que no funciona de forma correcta
– Introducir un gen nuevo o modificado en el cuerpo para ayudar a tratar una enfermedad»
La definición de «terapia génica» es el proceso de modificar o manipular la expresión de un gen o alterar las propiedades biológicas de las células vivas.
Los ARNm son fragmentos de código genético que instruyen a las células a producir proteínas. Las terapias de ARNm del COVID-19 «envían instrucciones genéticas a sus células», lo que hace que su cuerpo produzca un fragmento del virus (la proteína de espiga o «Spike»). Entonces, las vacunas de ARNm SON una terapia génica. No hay forma de negar esto. Cumplen con todas las definiciones de terapia génica.
Definición de «COVID-19»
Todavía existe un problema más grave con la narrativa de la «vacuna contra el COVID-19», y el Dr. Martin lo descifró en una entrevista del 25 de enero del 2021 en el podcast de Wise Traditions. Esto fue lo que explicó:
«El COVID-19 no es una enfermedad. Es una serie de síntomas clínicos. Son cosas que estaban relacionadas con lo que solía ser la gripe y otras enfermedades febriles.
El problema que tenemos es que en febrero del 2020 la Organización Mundial de la Salud fue clara al afirmar que no debería haber una fusión entre el SARS-CoV-2 y el COVID-19. Uno es un virus en su definición y el otro es un conjunto de síntomas clínicos. En febrero se creía que el SARS-CoV-2 había causado el COVID-19.
El problema con esa definición y con la expectativa, es que la mayoría de las personas que dan positivo en el método RT-PCR para la prueba de fragmentos que se relacionan con el SARS-CoV-2 no están enfermas. La ilusión de que el virus causa una enfermedad se desmintió. Esa es la razón por la que inventaron el término «portador asintomático».
En resumen, aún no se ha demostrado que el SARS-CoV-2 sea la causa real del COVID-19. Por lo tanto, una terapia génica que le ordena a su cuerpo producir un antígeno del SARS-CoV-2, la proteína Spike viral, ni siquiera puede promocionarse como un preventivo contra el COVID-19, ya que no se ha demostrado que exista una relación entre ambos.
«Han mentido desde un principio», dice Martin en la entrevista. «No existe ninguna relación causal entre estas realidades. Ni siquiera ha estado cerca de establecerse.
Tenemos una situación en la que la ilusión del problema es que las personas dicen: ‘No quiero contraer COVID-19’. Lo que quieren decir es que no quieren infectarse con el virus. El problema es que esas dos cosas no están relacionadas entre sí. No se ha documentado ninguna infección viral en la mayoría de los casos.
No existe otra base para esa fusión que no sea manipular al público. Esa es la primera mitad del problema. La segunda mitad es que lo que se promociona como una vacuna, no es una vacuna. Es terapia génica.
¿Qué hace? Envía una hebra de ARN sintético al ser humano y solicita la creación de la proteína Spike S1, la cual es un patógeno, y se supone que con eso provoca la inmunidad, cuando en realidad le está induciendo a producir una toxina.
Es un medio por el que su cuerpo es reclutado para producir la toxina a la que luego, supuestamente, de alguna manera se acostumbra, pero a diferencia de una vacuna, que provoca la respuesta inmune, está activa la producción de la toxina».
¿Por qué la falsa declaración?
En cuanto a por qué las compañías farmacéuticas tergiversan esta tecnología, Martin sospecha que «se hace solo para que puedan ponerse bajo la protección de las leyes de salud pública que rigen las vacunas».
Las terapias génicas experimentales no tienen protección de responsabilidad financiera por parte del gobierno, pero las vacunas pandémicas sí, incluso en la etapa experimental, siempre que la autorización de uso de emergencia esté en vigor. De hecho, este es un gran incentivo para asegurarse de que esta tecnología se perciba como una vacuna y nada más.
Entonces, al mantener la ilusión de que el COVID-19 es un estado de emergencia, cuando en realidad no lo es, los líderes gubernamentales brindan apoyo a estas empresas de terapia génica para que sigan protegidas contra cualquier responsabilidad.
La terapia génica experimental es una mala idea
He escrito muchos artículos que detallan los efectos secundarios potenciales y esperados de estas «vacunas» de terapia génica.
La moraleja aquí es que estas inyecciones no son vacunas. No previenen la infección, tampoco lo vuelven inmune, ni previenen la transmisión de la enfermedad. En cambio, alteran su codificación genética y lo convierten en una fábrica de proteínas virales que no se puede detener. Esto es un fraude médico sin precedentes y es necesario detenerlo antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: https://articulos.mercola.com/
Visto en: Astillas de Realidad
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Se debe considerar que, esta ampliación del experimento iniciado en la década del 30 del Siglo XX, posee el lineamiento milenario del narcisismo paranoico sádico de los integrantes del poder sobre las personas.
En esta línea, hoy, a nivel global, tienen a los vacunados atrapados, y todos deberemos inevitablemente estarlo en corto tiempo. Los no vacunados, ya están contemplados y marcados en una progresiva restricción adaptándose principios filosóficos, que justificará de que serán necesariamente eliminados simplemente como un reservorio contaminante; una adaptación a la cámara de gas y la posterior incineración. Un previsto ensayo utilizado ya, en la precedente etapa a partir de marzo de 2020, donde sin autopsia se los incineraron, pues los fallecidos no estaban vacunados.