En nuestra cultura es usual considerar la mente como algo separado del cuerpo. Consideramos que mente y materia no guardan ningún tipo de relación entre sí, que la reciprocidad entre ambas es imposible y que se dirigen hacia objetivos diferentes siguiendo sus propios procesos y maneras.
Sin embargo, el vínculo entre mente y cuerpo es mucho más estrecho de lo que creemos, influyéndose la una y el otro en ambas direcciones.
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